La propuesta de una Renta Básica Universal (RBU) que por estos días circula en el ambiente político, ha tomado un camino equivocado en el debate sobre su conveniencia y forma a través de la que está planteada. El primer error que cometieron los medios de comunicación fue asociar una petición de ingreso – NO condicional, transitorio, con una renta universal, nada tiene que ver con el principio social y económico que se declara en la libertad, ni tampoco es una solución innovadora que apareció en pleno siglo XXI. Aunque si guarda el objeto social y el vínculo con el bienestar general, también ha servido para que las interpretaciones sobre el efecto del bono Estatal que conlleva al bienestar estén cada vez más alejadas de lo que realmente es una RBU.
La RBU es no condicional, no distingue entre niveles de ingresos, no aflora en un sector específico, se entiende como una forma de expansión del asistencialismo del Estado a través de un bono social, no hay reciprocidad y la contraprestación es cero para el beneficiario y 1 para el contribuyente (que depende de la presión fiscal a futuro) por tanto es una fórmula de llegar al bienestar general con coste cero y utilidad ordinal “infinita” para los distintos bienes y servicios que se consumen.
Se habla de RBU sobre todo en los escenarios donde el empleo es duramente afectado por condiciones exógenas como el impacto generado por la automatización, la precariedad del salario, la distribución del ingreso neto por la función de trabajo, y en otros casos, por la necesidad de cerrar brechas de ingreso dadas las condiciones de desempleo estructural. En principio es una alternativa que conlleva a una redistribución parcial, subjetiva para quien la recibe, pues sobre el efecto directo en el grupo de control es difícil de medir, ya que las preferencias de las personas son diferentes y escasamente relativas a la función de utilidad marginal.
Con todo lo anterior, nos enfocamos en una propuesta que es bastante popular y que como lo dije antes, cumple con el principio de bienestar social, propone una alternativa de choque contra las circunstancias actuales y llega en un momento coyuntural sin precedentes. Pero, no es por ningún motivo una iniciativa de RBU, es una aproximación a la renta mínima vital (RMV).
La diferencia el hecho que NO es condicionada respecto de los programas actuales como familias en acción, jóvenes en acción, o las transferencias monetarias del ingreso solidario. Sigue siendo un bono social de 40.5 billones, asume el supuesto de gasto público como porcentaje del PIB y deja de lado la racionalidad del efecto fiscal, supeditando el hecho generador sobre la fusión del FOME con incrementos en el impuesto al patrimonio y capitales y los subsidios aprobados hasta ahora. Es decir, hace un borrón y cuenta nueva para las trasferencias sociales por los próximos 3 meses, después de ahí hacia futuro no dice si va a ser transitoria y puede quedarse por más tiempo.
Por lo tanto, es una iniciativa que acoge solo lo tangible, el nivel de gasto como proporción del PIB relativo al gasto público de otros países. Compara una expansión que debería hacer el gobierno en gasto social incluso hasta un 29% del PIB. Pero los recursos no dan, ni siquiera con un préstamo del Banco de la República como lo propone o juntando en la misma bolsa el efecto de los Bonos de Solidaridad TDS. Desconoce por tanto la capacidad de expansión del gasto que ha logrado el gobierno nacional y que supera los 36 billones hoy.
Ahora bien, es una medida popular sí, pero técnicamente desaprovechada. Es buena, sí, pero en la medida que no confunda expansión del gasto con presión fiscal futura. Es llamativa, sí, pero el beneficio del bono no apaga el incendio de la crisis, ni lo minimiza, su efecto transitorio puede incluso generar un sobrecalentamiento de la expansión del gasto. En su lugar pone en entredicho las posturas del gobierno. Es decir, puede generar malinterpretaciones tendientes a producir divisiones entre quienes están a favor y en contra de la iniciativa, desdibujando los intereses por sortear la crisis estructural que padecemos ahora.
Así pues, termino por dar algunos ejemplos, en España, donde está muy radicalizada esta tendencia, la IniciativaLegislativa Popular por una Renta Básica tiene un componente que desde el PSOE y Podemos ha motivado divisiones sin éxito porque está mal definido el concepto de dividendo social. En Finlandia durante 2 años se implementó un experimento que no afecto el empleo, género menor estrés en los beneficiarios, pero no mejoro las condiciones de vida muy por encima del valor esperado, en Irán, aumentó la tasa de fertilidad, en Kenia paso a manos de ong´s en Alemania dejo de ser una iniciativa viable.
Por consiguiente, la RBU sigue siendo un factor escueto debido a que la libertad de elegir no es medible y por ende sus efectos son mínimos respecto a lo esperado, por ahora, el gobierno nacional ha asumido el reto de expandir el déficit fiscal por encima del 6%, esta incrementado el gasto social por encima del 7.7% del PIB efectivo, ha incrementado el efecto de liquidez para contrarrestar las pérdidas y está utilizando el efecto redistributivo de los impuestos.
Aunque la medida de RBU no pierde el objetivo de bienestar, está desconociendo todas las medidas graduales de choque que está implementando el gobierno nacional. Sacar la bolsa y agotarla en tres meses, es peor, que planear la bolsa para los próximos 6 y 12 meses que vienen, aquí no hay detractores ni opositores del bienestar, que quede muy claro eso.
Publicado: mayo 14 de 2020
3.5