Cada vez que se conoce un fallo jurisdiccional que reconoce un derecho fundamental del bloque de constitucionalidad, surge una discusión política desde la entraña de la oposición, o mejor del otro lado de la polarización política colombiana. Más allá de la discusión jurídica, creo que se debe analizar la situación, no desde lo legal, sino desde lo justo.
Todos tenemos derecho a un juicio justo, con todas las garantías y principios procesales, a no ser investigado y sancionado dos veces por los mismos hechos y a gozar de la institución de la doble instancia para que en una segunda audiencia se tenga la oportunidad de volver a debatir los hechos y razones que llevaron a un juez a imponer una sanción, sobre todo de índole penal.
Que hoy la Corte Constitucional haya ratificado un principio que consagra además una garantía universal y que recaiga sobre la sentencia que la Corte Suprema de Justicia dicto en su momento contra Andrés Felipe Arias, nos invita a despojarnos de criterios y sesgos partidistas, para valorar esta decisión como un avance en el reconocimiento de derechos propios de un Estado liberal que le brinda a sus asociados todas las garantías para el goce de sus derechos, incluso cuando se somete al rigor del Código Penal por ser sindicado de transgredir una norma de forma típica, antijurídica y culpable.
Además, ya conviene no sólo a la paz de Colombia, sino a la salud mental de todos los políticos, un proceso de reconciliación a partir de reconocer los derechos de personas que fueron condenadas en unos momentos políticos de la patria, en los que el Estado estuvo secuestrado por la influencia de los aparatos armados que sostuvieron el conflicto de los últimos setenta años y cuya verdad ha sido escasa por la ausencia de fuentes en cada una de las partes.
Un acuerdo nacional que se tramite como acto legislativo de punto final, sería conveniente para después de la pandemia del COVID 19, que nos deja la lección, que por más armas que tengamos, ninguna ha servido para defendernos del virus; ni las de un lado, ni las del otro. Solamente la solidaridad y la esperada vacuna. Ninguna ley ni tratado podrán erradicar el virus de la faz de la tierra.
Apenas se anuncia el levantamiento progresivo del aislamiento preventivo, comenzamos a ver de nuevo la agitación a la polarización, a la discusión desde lo político, sin pensar que el mundo ha cambiado; sin interpretar el propio mensaje del planeta, que por culpa de un virus se puso en cuarentena, para dar paso a una nueva era para que comenzara el ciclo de una especie humana que ante el pánico provocado por tanta noticia por el virus, que anunciaba la muerte como amenaza colectiva, volvió a nacer, ojalá no para continuar atacando a los de su misma especie y a su entorno natural, la madre tierra. Que sea esta una nueva oportunidad para el perfeccionamiento humano.
Publicado: mayo 26 de 2020
3.5