No son pocos los políticos que invierten la mayor parte de sus esfuerzos generando una percepción ante los ciudadanos, sin importar si esta se ciñe a la realidad.
A eso se ha concentrado la alcaldesa de Bogotá, Claudia Nayibe López desde el momento de su posesión. Al interior de la administración distrital, hay quejas por la falta de coherencia de la mandataria y, sobre todo, por su forma vulgar y agresiva de tratar a sus subalternos.
Pero en las redes sociales y los medios de comunicación se ha ido construyendo una imagen suya como si se tratara de una dirigente política aquilatada. Una periodista, cuestionada por sus vínculos con el clan Nule, llegó al extremo inaudito de compararla con la canciller alemana, Ángela Merkel.
Los enemigos del uribismo, la aplauden rabiosamente cada vez que ella desconoce las ordenes emanadas del gobierno nacional, o enfrenta agresivamente al presidente de la República demostrando que a ella le importa más su futuro político que el manejo coordinado y responsable del coronavirus.
Medios de comunicación ávidos de pauta oficial -como la fábrica de noticias “Noticias Uno”- se han convertido en propagandistas de la alcaldesa, exaltando todas sus decisiones y prestándose para tapar sus abusos y faltas, como la violación de la cuarentena por parte de su esposa, la senadora Angélica Lozano.
- Lo invitamos a leer ¿Ahora con qué cuento saldrá la alcaldesa?
Lleva menos de 5 meses en la alcaldía mayor y sus áulicos han empezado a “calentarle” el oído con el cuento de que debe renunciar a su cargo para aspirar a la presidencia de la República en las elecciones de 2022.
Es evidente que ella no está ejerciendo como alcaldesa, sino como precandidata presidencial. Su sede política es el Palacio Liévano y el presupuesto de la capital está al servicio de esa aspiración. La contratación se está utilizando para pagar favores y nutrir con dinero a sus aliados, como es el caso de la periodista Lariza Pizano Rojas.
Hace un par de años, el Consejo de Estado dejó en claro que quien haya sido elegido para un periodo fijo, no puede renunciar para aspirar a otro cargo dentro de ese periodo.
Los tiempos no le dan a Claudia López. Ella fue electa para ejercer como alcaldesa de Bogotá entre el 1 de enero de 2020 y el 1 de enero de 2024.
Las próximas elecciones presidenciales tendrán lugar en mayo y junio de 2022.
Valga recordar el caso de la exgobernadora de La Guajira, Oneida Pinto quien era alcaldesa del municipio de Albania -en su departamento-. Ella resolvió renunciar a su cargo para aspirar a la gobernación. Su elección fue demandada y la sección quinta del consejo de Estado estudió el caso, concluyendo que efectivamente estaba inhabilitada, razón por la que fue separada del cargo.
Las normas son claras y no dejan espacio para las interpretaciones. El artículo 38 de la ley 617 de 2000, se refiere a las incompatibilidades de los alcaldes. El numeral 5 de aquel artículo indica que “los alcaldes, así como los que los reemplacen en el ejercicio de su cargo no podrán inscribirse como candidato a cualquier cargo de elección popular durante el periodo para el cual fue elegido”.
Esa norma tiene un objetivo: garantizarles a los ciudadanos que los alcaldes no utilicen su cargo -como lo está haciendo Claudia Nayibe- como trampolín para apuntalar sus aspiraciones políticas, cuando su obligación es la de cumplir íntegramente el mandato que les fue otorgado democráticamente. En consecuencia, la señora López postuló su nombre para regentar los destinos de la capital colombiana hasta el año 2024 razón por la que deberá posponer su aspiración presidencial hasta por lo menos el año 2026.
Publicado: mayo 5 de 2020
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