Nunca antes en la historia del País habíamos estado tan cerca de aprobar la cadena perpetua para los violadores de niños. Con la decisión adoptada esta semana por la plenaria de la Cámara de Representantes ahora solo resta que el Senado dé los dos últimos debates, donde el panorama no está nada fácil…
Y no porque no exista el apoyo político a la iniciativa, sino debido a que a lo largo de este semestre esa corporación no ha votado un solo proyecto de ley. La razón, es que persisten las dudas sobre la legalidad de las votaciones que se realicen en las sesiones virtuales, a las cuales tocó acudir ante la imposibilidad de reunirse presencialmente por el alto riesgo de contagio y transmisión del virus que implicarían las plenarias en el Capitolio, donde hay un alto nivel de aglomeración.
No obstante, más allá de este impase de trámite que ojalá se solucione, debo reiterar mi apoyo sincero a esta propuesta. Nunca dudé en firmar los proyectos de acto legislativo que buscaban implementarla y no dejaré de creer en su efectividad. Principalmente, porque es una medida que acude al efecto disuasorio de la pena para disminuir la comisión del delito.
Por ejemplo, la Ley que endureció severamente las sanciones para los conductores que manejaran en estado de embriaguez ha permitido disminuir hasta en un 50% este tipo de casos en algunas ciudades del País. Es una fórmula que ha funcionado en el pasado.
Sin embargo, debemos ser sinceros frente a algo. La aprobación de esta disposición debe ir de la mano con un trabajo articulado de la Fiscalía, la Fuerza Pública y la Rama Judicial para disminuir los índices de impunidad en el País. Aumentar las penas manda un mensaje claro a la sociedad, por supuesto, pero paralelamente hay que llevar a los responsables ante las autoridades.
Ahora bien, en el marco de este debate hay un tema que no se puede admitir y frente al cual tengo que expresar mi absoluto rechazo: el maltrato mediático al que fue sometida la Representante Margarita Restrepo por haber votado negativo a esta iniciativa.
Jamás se nos puede olvidar que la democracia implica debate, discusión y confrontación de ideas y precisamente eso es lo que ha hecho la Congresista. Aunque en este aspecto no esté de acuerdo con la postura asumida por ella, debo resaltar la gallardía con que expuso sólidos argumentos, que respeto, en contra de la cadena perpetua.
No puede ser posible que las redes sociales satanicen a una parlamentaria por hacer su trabajo. Nada más peligroso para un País que abandonar el terreno de los argumentos para caer en los insultos infundados que pretenden manchar con bajezas la legitima labor de la Representante.
¡Mi total solidaridad, Margarita!
La discusión en torno a la aprobación de la cadena perpetua continúa. En el próximo mes se definirá el futuro de esta medida que la mayoría del País respaldamos. Ojalá que se profundice el intercambio respetuoso pero vigoroso de ideas y no volvamos a ver episodios inaceptables como el mencionado.
Publicado: mayo 22 de 2020