Ha trascendido que en medio de la grave crisis que afecta a todo el país, la alcaldesa de Bogotá, la altanero Claudia Nayibe López, se apresta a suscribir un multimillonario contrato cuyo objeto es el de “realizar estudios de opinión pública para la secretaría general de la Alcaldía de Bogotá con el propósito de conocer información de interés de los ciudadanos con respecto al desarrollo de las campañas comunicacionales, políticas públicas, programas y proyectos que adelanta la Administración Distrital ”.
En otras palabras, se trata de hacer una evaluación -seguramente a través de los denominados fockus groups- para efectos de afinar la estrategia de propaganda que ha puesto en marcha la mandataria de la capital colombiana.
De acuerdo con la convocatoria, será un concurso de méritos abierto y se ejecutará a lo largo de 8 meses.
Se ha fijado un presupuesto “estimado” de $1.280.367.000 pesos, una cifra bastante abultada, habida cuenta de las necesidades de la ciudad en estos momentos de gran dificultad.
Cuando se estima que en Bogotá puede dispararse el desempleo por encima del 30% como consecuencia de la crisis desatada por el coronavirus y no se cuenta con recursos suficientes para atender a las personas más vulnerables, resulta grosero que la alcaldía pretenda gastarse cerca de $1.3 mil millones de pesos en un contrato enfocado única y exclusivamente en identificar aspectos que deban ser resaltados a través de la propaganda oficial con el fin de elevar la popularidad de la agresiva Claudia Nayibe López.
En estos primeros días de la crisis causada por la pandemia, se ha visto a una alcaldesa desesperada por atraer la atención de los medios de comunicación. Su preocupación no se ha centrado en los bogotanos, sino en el cuidado de su imagen, generando la percepción -falsa, por demás- de una mentirosa capacidad de gestión y administración.
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Conociendo el estilo de la López, seguramente inventará algún argumento para explicar el contrato y, para evitar el repudio ciudadano, insultará a alguno de sus subalternos y en tono populista anunciará la suspensión de la convocatoria. Ella, por supuesto, no asumirá la responsabilidad personal, pues es experta en culpar a terceros de sus errores, equivocaciones e indelicadezas.
Lo cierto es que la alcaldesa de Bogotá no ha estado a la altura de las circunstancias. Se ha valido de la tragedia generada por el coronavirus para mojar prensa, buscando eclipsar al presidente de la República, creyendo que aquello le genera puntos a su carrera política. Al final del día los ciudadanos, que no son tontos, concluirán que la incoherente, pendenciera y descontrolada alcaldesa es una fanfarrona que en vez de sensibilizarse ante la magnitud de la malaventura que aqueja a la nación entera, ha concentrado su atención en pulir su inconmensurable ego.
Publicado: abril 7 de 2020
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