¿Cuándo entenderán los banqueros, industriales, grandes productores agrícolas, los dueños de las empresas de tecnología, en fin…, los capitalistas, que sus únicos asesores no deberían ser los expertos en el manejo de hojas de Excel y lectura de balances? Ellos debieran tener también en su staff a filósofos, politólogos y pensadores sociales.
Es una reflexión que nace de la observación de cómo actúan los bancos en las circunstancias de una pandemia. Siguen usando sus protocolos de las escuelas de negocios, sin importar que las circunstancias demanden, más bien, respuestas enunciadas en las escuelas de ciencias sociales. A los empleados bancarios los ronda la muerte y el dolor en las calles adyacentes a sus suntuosas oficinas, ven fallecer ciudadanos (de todas las condiciones) que son la razón de ser de la economía, de la industria, de los negocios y, no obstante, piensan que eso no tiene por que afectar el plan de negocios de su empresa y que las cosas se deben seguir haciendo como siempre se han hecho.
El jueves pasado hicimos una sesión informal (virtual) de la Comisión Primera del Senado. El invitado fue el Ministro de Hacienda. En su intervención, el senador Luis Fernando Velasco sintetizó una percepción que, percibo, es generalizada: al sistema bancario en general, y a sus funcionarios en particular, les importa un comino la política gubernamental y sus medidas de emergencia para salvar la economía en esta azarosa tragedia del coronavirus.
El senador Velasco narró como a una empresa de confecciones -se trataba de un caso específico-, líder en el mercado nacional, con miles de trabajadores y por tanto responsable de una abultada nómina mensual -superior a los 10 mil millones de pesos-, el banco la mando a freír espárragos cuando le pidió que le financiara esa nómina. Varios senadores, el suscrito incluido, dimos testimonio ante el ministro de que la liquidez no está llegando a las empresas, ni siquiera a las más sólidas. Todos somos testigos de cómo a empresas probadas, pequeñas, medianas y grandes, no les prestan para pagar nómina. ¿Las van a dejar perecer, a sabiendas de que son empresas que tienen vocación de pervivencia, de que lo que les pasa hoy es producto de una fuerza mayor, que nada de lo que les ocurre tiene que ver con su particular potencialidad real para sobrevivir en el mercado?
Se siente una actitud indolente del sistema bancario (funcionarios del sistema bancario, para ser más precisos) frente al gobierno y sus políticas, frente a los propósitos del gobierno de llevar a la sociedad a buen puerto, para que cuando termine esta calamidad, las bajas empresariales y los números en rojo sean los menos posible. La queja (denuncia, mejor) es que la respuesta bancaria, en general, a los actores de la economía que concurren a pedir apoyo, es, cómo describirla, insolente… Sí, esa es la palabra que ya utilicé y que no logro remplazar.
El conjunto de la sociedad debiera propender porque al momento de levantarnos después de la larga noche del virus, al hacer el balance de destrucción de empresas y por ende de empleo, tengamos el menor posible. No solo interesa al gobierno o a las almas con espíritu filantrópico y a las mentes caritativas. Interesa a los bancos. ¿O es que pretenden poder vivir un futuro sin clientes?
Hasta hoy las empresas han tenido que enfrentar dos días de pago de nóminas quincenales (31 de marzo y 15 de abril) en la cautividad del coronavirus. Esos han sido días de llanto y de crujir de dientes. Empresarios sólidos, patrimonialmente hablando, se han visto a gatas para girar a sus trabajadores, a pesar de querer hacerlo. Están ilíquidos como es natural dado que no venden. Y los bancos, con funcionarios que no se han preparado para el manejo de crisis, les han dicho no, sin fruncirse, como si fuese respuesta a un tema rutinario.
Ese fue el asunto que comenzamos a discutir con el Ministro de Hacienda y que esta semana, esperamos, tendrá respuestas en una nueva cesión de la Comisión Primera del Senado.
En el tintero quedó este interrogante, que ya ha tenido respuestas en otras economías más prósperas (Francia, por ejemplo): ¿es posible pensar en un subsidio -no financiación sino subsidio- de la nómina de un mes para las empresas?
Publicado: abril 20 de 2020
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