El Estado de Emergencia tiene límites, uno de los cuales es no obstruir el funcionamiento de las otras ramas del poder público. Es evidente entonces que el Presidente al decretar una cuarentena para todos los ciudadanos, que incluye a quienes hacen parte de las otras ramas del poder público, tendría que tomar medidas que al mismo tiempo, garanticen su posibilidad de funcionamiento. En ese sentido, el decreto que habilita las sesiones virtuales del Congreso, no es otra cosa, que el mecanismo para garantizar la posibilidad de que el Congreso se reúna, cumpla con sus funciones, y al mismo tiempo, tenga que guardar la cuarentena impuesta.
No estoy de acuerdo con una citación presencial que puede convertirse en un gran foco de infección y pone en riesgo familias de congresistas, policías, escoltas, personal administrativo, entre otros. Cuando es posible reunirse virtualmente y cumplir a cabalidad con nuestra función.
Aquello se refiere a los asuntos legales y me parece que son fáciles de resolver. Habrá por supuesto, detalles técnicos, que tampoco ameritan discusión pues también tienen solución. El asunto más complejo, es el político.
¿Para qué se reunirá el Congreso? ¿Cómo interpretar sus funciones en esta crisis?
Por una parte, está el legítimo reclamo de los partidos de tener un papel y una voz en esta crisis. Esa es nuestra función como políticos. Contribuir en la solución de los problemas, tramitar las inconformidades de la ciudadanía, de los sectores económicos, de los gremios. Los partidos, como los congresistas, somos entes de representación. Debemos poder elevar las peticiones y trabajar para que sean atendidas.
Muchos hoy lo estamos haciendo. Recibo llamadas, mensajes, emails con solicitudes de toda índole y trato de solucionarlas, acudiendo al gobierno. A veces me siento como un CallCenter, recibiendo informaciones que son, y así lo espero, importantes para ayudar a que el gobierno actúe y triunfemos en el reto de derrotar el COVID-19. Ese privilegio lo hemos tenido hasta ahora quienes pertenecemos a partidos de gobierno. Conviene y así lo he propuesto, que los voceros de los otros partidos se reúnan con el presidente Duque y su equipo y le planteen sus preocupaciones y sugerencias.
Me preocupa que el Congreso se convierta en un obstáculo para que el gobierno cumpla con lo que se ha propuesto para atender a la ciudadanía. A veces imagino los eternos debates congresionales, donde los ministros en vez de estar trabajando para solventar la crisis, estarían horas escuchando los discursos de los congresistas. No. Eso sería muy costoso para Colombia. Por supuesto, nadie puede prohibirle al Congreso su función de control político, pero tampoco puede exigirle al gobierno que para cumplir con ella desatienda la necesidad de estar en la ejecución ahora.
No es momento para hacer debates de control político, es el momento de unirnos en torno al gobierno y ayudar a que todo salga bien.
En Latinoamérica todos los congresos están empezando actividades. Chile, Perú, Paraguay y Ecuador tienen sesiones virtuales, y algunos han logrado aprobar paquetes económicos para liberar recursos para la población más vulnerable.
El debate de control político será necesario para evaluar las medidas del gobierno, como lo ordena la Constitución. Es fundamental que el Congreso tenga un papel en esta crisis. No podemos pasar sin contribuir.
Nuestro mayor valor es nuestro permanente contacto con la ciudadanía y los sectores vivos de la nación. El día a día que escuchamos, es un conocimiento que puede ser muy valioso para que el gobierno afine cada vez más sus estrategias.
El Congreso podrá iniciar debates sobre los proyectos de ley, pero nuestro papel está por definirse. Confío en que los congresistas lo hagamos bien.
Publicado: abril 3 de 2020
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