La pandemia nos cambió la vida y está obligando a la humanidad a reencontrar el camino perdido desde el siglo V, y aunque entre los siglos XV y XVII se intentó retomar ese constitucionalismo abandonado sin causa por diez siglos, nada se ha hecho con relación a la función de la propiedad y en especial sobre la función social de la propiedad y el límite a la riqueza individual. No estoy proponiendo una discusión política a diciembre 31 de 2019. Pretendo invitar a la reflexión sobre el futuro de la humanidad si no comenzamos desde abajo de la pirámide de poder, que corresponde al poder ciudadano, para proponer o asumir el modelo de contrato social que habrá de imperar en el mundo, si es que realmente nos encaminamos después del coronavirus, hacia un nuevo orden social, económico y político.
La sociedad necesita de élites, indudablemente. No todos tenemos las mismas competencias y habilidades. Por algo existen además, maneras de medir el cociente intelectual de las personas. Lo que debe erradicarse de la sociedad, como punto de partida, cuando estamos en pleno desarrollo de las tecnologías que nos colocan con facilidad de acceso a la información y el conocimiento, son las vías que por atajos conducen al enriquecimiento individual ilegal. Esto para garantizar a los sectores de la producción y que sostienen la economía, confianza en lo público y confianza inversionista. En segundo término, urge encontrar un modelo que establezca el limite a la propiedad individual que satisfaga necesidades, ilusiones e incluso deseos, con un umbral que determine el punto en que siendo esa propiedad de carácter privado, no se aparte ni se desvié del fin social que debe mantener, para sostener un justo equilibrio. Los feudales tuvieron éxito económico, pero la mayoría de los siervos de la gleba fracasaron al abolirse la servidumbre. No se conoce la causa, si por falta de competencia o conocimiento, pero mil quinientos años después, la propiedad y tenencia de la tierra mantiene similar modelo y discurso, encontrando un desequilibrio enorme en la función social de la propiedad de la tierra, sin adentrarnos en la vaga discusión desde la visión marxista o de la producción de riqueza. Ya habrá ocasión para adelantar el debate.
Por ahora y mientras volvemos a encontrarnos, es conveniente mantener el aislamiento preventivo y obligatorio; respaldar al Presidente de la República Iván Duque, a nuestros gobernadores y alcaldes, que apenas se estaban posesionando, tuvieron que entrar en una cuarentena, que no estuvo en los programas de gobierno, pero que se introdujo para cambiar todos los planes de desarrollo. El COVID-19 figurará en la historia de la humanidad como un momento en el que habiendo llegado a la cúspide del desarrollo tecnológico, se hizo una pausa global, para concertar umbrales éticos, morales, económicos, sociales y políticos.
Es momento de reflexión, de ayudar a los hermanos, de ver quien es nuestro vecino, y de entender que el agua y el oxígeno son fundamentales para la vida. Que los recursos que nos permiten acuñar moneda se agotan y que en tiempos de dificultades por muchas monedas acuñadas, ninguna sociedad es capaz de detener una decisión de la naturaleza. Apenas podemos contenerla con disciplina, sin salirnos de la casa. Nos reencontraremos después de esta tormenta. Que Dios nos cuide a todos.
Publicado: abril 17 de 2020
3.5