No es infundado el temor de los empresarios respecto de las devastadoras consecuencias que arrojará la pandemia del coronavirus. Nadie niega la pertinencia de las medidas adoptadas por el presidente Duque, para hacerle frente a la enfermedad que se ha expandido aceleradamente desde el mismo instante en que se confirmó el primer caso en nuestro país.
Era necesario el confinamiento, para detener los contagios y facilitar la desaceleración de la epidemia. Aquello obligó al cierre de la casi totalidad de las empresas y fábricas. De la medida, únicamente se salvaron aquellas industrias consideradas como vitales.
Es inevitable que la epidemia acabe con la vida de muchos compatriotas. El número de victimas fatales a nivel global crece aceleradamente y este seguramente aumentará en la medida en que se levante o relaje el confinamiento ciudadano.
El país no puede permanecer en cuarentena indefinidamente. Tampoco, puede pensarse en levantar intempestivamente la medida, porque lo que se ha ganado durante estas semanas de encierro y aislamiento, se perdería en un santiamén.
La reactivación debe darse de forma gradual y estratégica. Hay sectores de la economía que pueden reiniciarse ya mismo, incorporando las medidas preventivas necesarias para asegurar que los trabajadores mantengan la distancia social, con estándares de desinfección suficientes para reducir al máximo la posibilidad de contagio.
El reconocido analista político, Alberto Bernal, reveló que la prestigiosa ONG, Oxfam prevé que la pandemia dejará a 500 millones de personas sin ingresos, una cifra espeluznante que, de llegar a cumplirse, significará una catástrofe humanitaria.
No se trata de actuar irreflexiva y emocionalmente, sino de proceder con astucia para evitar que el cataclismo sea de mayor tamaño.
Es cierto que cuando todo esto pase, habrá industrias que tendrán que reinventarse completamente para tratar de sobrevivir. No serán pocos los colombianos que, por la fuerza de las circunstancias, se vean forzados a aprender nuevos oficios para garantizar su subsistencia. Pero también es cierto que el grueso de las empresas productoras de bienes o prestadoras de servicios, tarde o temprano terminarán desarrollando su misma actividad económica, dado que cumplen funciones esenciales para nuestra sociedad.
Hace algunos días, el presidente Duque, con muchísima razón, invitaba a los colombianos a ir preparándose para un aislamiento inteligente. Está en cada una de las personas, establecer sus propios protocolos de cuidado y prevención. Quizás, esta pandemia obligue a un replanteamiento de las formas para llevar a cabo la interrelación social y que, como secuela permanente, haya actividades que hasta ahora parecían normales y cotidianas que terminen siendo abolidas.
Pero en materia económica y productiva, es fundamental que los ministros de Comercio, Salud, Vivienda, Trabajo, Agricultura y Hacienda, se sienten cuanto antes a trazar las líneas que faciliten la reapertura de algunos sectores de nuestra economía para tratar de salvar algunos empleos y reducir la fuerza del brutal latigazo que en materia económica padecerá nuestra sociedad.
Publicado: abril 14 de 2020
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