Nunca terminaremos de agradecerle al sector médico por la valentía, el compromiso y el profesionalismo con el que están atendiendo la crisis desatada por el coronavirus. A pesar de las grandes dificultades que padece el sector salud, éste ha estado a la altura de las circunstancias.
Una vez pase la tormenta, indefectiblemente el país deberá otorgar la respectiva recompensa, haciendo un replanteamiento integral en materia salarial y de garantías laborales.
Desafortunadamente, se ha presentado un caso que es lamentable y sobre el que debe caer todo el peso de la ley.
Se trata de Carlos Ernesto Avella Mora, médico del Policlínico del Olaya, en Bogotá y quien fue denunciado por el abogado y presidente del colegio de penalistas, Francisco Bernate Ochoa.
Ha trascendido que el doctor Avella Mora evidentemente violó las reglas de confinamiento, contagiando a por lo menos 7 personas -entre médicos y pacientes- con el Covid-19.
Ha trascendido que Avella viajó a Brasil los días 10, 11 y 12 de marzo, situación que nunca informó al Centro Policlínico, al que, por el contrario le presentó una supuesta incapacidad médica que hoy es materia de análisis por las autoridades. Regresó a Bogotá el 13 de ese mes y al siguiente día -el 14- se reincorporó a sus labores en el Policlínico, sin dar cuenta del viaje a Brasil.
El 20 de Marzo, una de las compañeras del Doctor Avella presentó síntomas asociadas con la enfermedad, y refiere, entre las personas con las que tuvo contacto, al Doctor Avella. Se realizaron las respectivas pruebas, y es así como el 27 de marzo, se reveló el resultado del examen Covid-19, en el que el doctor Avella dio positivo. Se investigó, igualmente, una presunta nueva aparición del Doctor Avella en el Policlínico el día 1 de Abril, esto es, cuando ya estaba enterado de ser positivo para COVID-19. Posteriormente, en el mes de Abril, Avella mostró vía whatsapp un nuevo diagnóstico en el que presuntamente da negativo, pero lo curioso es que la fecha de toma de la muestra es la misma, la del 27 de Marzo, con lo que el mismo día, se presentaron dos pruebas, con dos resultados, uno positivo –realizado por la Institución y la Secretaría de Salud, y uno negativo enviado por el galeno vía whatsapp.
Todo indica que el médico mimetizó su viaje y no le informó del mismo a sus superiores, pues para justificar su ausencia en el trabajo presentó una certificación, presumiblemente falsa, en la que se le dio una incapacidad entre los días 9 y 13 de marzo -las mismas fechas en las que estuvo en Brasil- por un supuesto esguince en el tobillo.
Lo cierto es que ese médico, haciendo despliegue de inaudita ineptitud, no respetó las normas de confinamiento que decretó el gobierno para las personas que arribaran al país desde el exterior. Así mismo, desconoció que mientras él estuvo en Brasil la Organización Mundial de la Salud declaró al coronavirus como una pandemia, habida cuenta de su velocidad de propagación.
El médico Avella Mora era libre de viajar a Brasil -país con mayor número de contagiados en Latinoamérica- y de regresar a Colombia, pero estaba en el deber de observar la cuarentena. Su irresponsabilidad es imperdonable, porque por su formación profesional él conoce mejor que cualquier persona los efectos devastadores de un virus como el que ahora tiene a la humanidad en vilo.
Las normas son claras y el doctor Avella las desconoció alevosamente. La resolución 385 del 12 de marzo de 2020, emitida por el ministro de Salud, Fernando Ruiz Gómez ordena que “toda persona debe velar por el mejoramiento, la conservación y la recuperación de su salud personal y la salud de los miembros de su hogar, evitando acciones y omisiones perjudiciales y cumpliendo las instrucciones técnicas y las normas obligatorias que dicten las autoridades competentes”.
Inexplicable, por decir lo menos, ha resultado la comunicación firmada por la fundación Ifarma, el Centro de Información de Medicamentos de la Universidad Nacional, la Federación Médica Colombiana y el Colegio Médico de Bogotá, en la que invitan a retirar las denuncias y alegan un supuesto acoso en contra de ese médico incompetente, solicitud que es perfectamente incongruente.
El comportamiento observado por Carlos Ernesto Avella Mora, no tiene justificación ni perdón. Corresponde que la justicia proceda en su contra con toda la verticalidad. Así como la sociedad aplaude y exalta a los profesionales de la salud que se entregan con devoción al cuidado de los colombianos, también debe sancionar ejemplarmente a aquellos que, a ciencia y conciencia, violan las normas sanitarias, poniendo en grave riesgo a la comunidad.
Y la actitud imprudente del médico tuvo una consecuencia letal: por lo menos 7 personas contagiadas con el Covid-19 que él se encargó de regar por el centro hospitalario en el que trabaja.
Publicado: abril 21 de 2020
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