El día después

El día después

Los lectores de esta columna son testigos de que a diferencia de algunos colegas analistas de mercado más abusados, como dicen los mexicanos, no tuve la sabiduría para dimensionar el tamaño de debacle que se venía de la mano del Covid-19. Yo era de los que pensaba que esto era una “gripita”. La evidencia está demostrando que este puede llegar a ser uno de los momentos más complicados que vaya a tener que sobrevivir la humanidad desde la segunda guerra mundial.

Los datos económicos que se han estado publicando en los últimos días alrededor del mundo son desoladores. En apenas dos semanas, 10 millones de norteamericanos perdieron su empleo. Solo para comparar, durante la gran recesión del 2008 perdieron el empleo un total de 8.5 millones de norteamericanos, y 60 millones de personas a nivel global. Juzgando por lo que sucedió en las primeras dos semanas de la pandemia en EE. UU., no me parecería extraño que perdieran el trabajo en el mundo unos 200 millones de personas, implicando que 200 millones de familias van a perder su sustento en las próximas semanas.

El Covid-19 va a generar muchas muertes alrededor del mundo. Hasta este momento (viernes 4 de abril por la mañana), cuando han pasado 73 días desde el inicio oficial de esta pandemia, han muerto un total de 56,980 personas en el mundo por culpa de este patógeno. Eso implica la muerte de 780 personas por día por culpa de complicaciones atadas al coronavirus. Teniendo en cuenta que antes del coronavirus morían en el mundo un estimado de 150,000 personas diariamente, se puede afirmar que el coronavirus es hoy culpable del 0.52% de las muertes que ocurren cada día en el mundo. Es muy posible que las muertes atadas al coronavirus se incrementen con el tiempo, pero creo que es matemáticamente imposible que jamás lleguen a representar más del 1% del total de los fallecimientos, entre otras razones porque muy seguramente para finales del 2020 ya tendremos una vacuna lista.        

Como soy una persona que solo piensa en números y en la necesidad de evitar que los niños en el mundo se acuesten con hambre, pienso que es muy probable que cada día que pasa la presión social para volver a algo semejante a la normalidad se impondrá sobre la paranoia atada al Covid-19. Entre otras razones porque en este mundo mueren de hambre todos los días 28,000 niños, y ninguno de Covid-19. Y las prácticas de cerrar la economía por largos periodos de tiempo, generan hambre entre los niños, y, además, no desaparecen el virus.

Por lo tanto, es importante pensar en el “día después”, que tarde o temprano tendrá que llegar. Otros países ya están en procesos de volver a la normalidad. La experiencia de Corea del Sur y de la República Checa demuestra que el uso masivo de máscaras o bandanas ayuda a controlar el R0 de la enfermedad. Segundo, se puede pensar en estrategias donde las empresas que puedan hacer teletrabajo separan a los empleados por grupos, con un grupo trabajando una semana en la oficina, y el otro en casa, y la semana siguiente se intercalan. Tercero, se deben mantener aislados las personas de alto riesgo. Y cuarto, lo más importante, se debe trabajar lo más rápido posible en tomar tests rápidos para poder detectar y aislar casos lo antes posible. Nada más importante que tener información certera sobre el tamaño de la pandemia. Como todo en la vida, la negación no sirve, solo sirve afrontar la realidad sin miedo y con la ayuda de información fidedigna.

@AlbertoBernalLe

Publicado: abril 7 de 2020

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