En España a los invasores de una propiedad urbana se les conoce como ‘okupas’’, así, escrito con K. Maduro y su banda son ‘okupas’ de Miraflores, la Casa de Gobierno de Venezuela.
Los chavistas, en 1999, fueron tenedores legítimos del poder; ganaron las elecciones en franca lid. Convocaron una constituyente, y a mediados del mismo 1999, ocuparon, legítimamente, la Casa del poder legislativo. Después controlaron el Tribunal Supremo de Justicia y redondearon la faena hegemónica, convirtiendo a las Fuerzas Armadas en una dependencia mas de Miraflores.
Una columna no es espacio para hacer ensayos históricos. Entonces, sin contarles cómo hicieron las cosas los chavistas en el largo período 1999-2020, he de decir que la tenencia legítima del poder por parte del socialismo siglo XXI o castrochavismo, degeneró desde 2017 en una descarada usurpación del poder. Veamos.
La oposición reaccionó en 2015 y obtuvo una amplia mayoría en el parlamento (Asamblea Nacional Legislativa); pero el chavismo, cínico, les instaló una asamblea paralela (2017), la Asamblea Nacional Constituyente. La oposición enfrentó a Maduro en las elecciones de 2018 y lo derrotó; pero Maduro hizo un fraude escandaloso, se proclamó presidente en contra de la evidencia de las urnas (el contratista que prestaba la asesoría logística lo confesó) y Maduro se “posesionó” (pongo la palabra entre comillas porque muy pocos países lo reconocen como presidente legítimo) en enero de 2019.
Así pues, (a) la Asamblea Nacional Constituyente, usurpadora del poder legislativo, entronizó (b) en el TSJ, usurpador de la función judicial, a una banda de áulicos del (c) usurpador del ejecutivo, apoyándose en la (d) FANB, comandada por un calanchín de los tres usurpadores, el general Vladimir Padrino López. Y todos, Maduro, Diosdado, Maikel y Padrino, es decir, las cabezas del ejecutivo, legislativo, judicial y del poder militar de Venezuela, han sido llamados esta semana por la justicia de los Estados Unidos a responder por cargos de narcotráfico, lavado de activos y terrorismo.
¿Qué pasó? ¿Será posible que estos señores hayan incurrido en esos delitos? Un sí rotundo es la respuesta. Lo que se traduce en que el régimen chavista bien pude definirse hoy como un Estado narcoterrorista y, por lo tanto, un Estado fallido. Y hay pruebas al canto.
Chávez sólo comenzó a acercarse a las FARC después de 2002. Invoco como prueba el libro de Marta Harneker, Entrevista a Hugo Chávez, Un Hombre un pueblo (agosto 2002). Ahí ni siquiera hay mención directa a las Farc y las referencias indirectas son mas bien lejanas y poco gratas. Pero vino el fallido golpe contra Chávez de 2002 (abril) y la izquierda latinoamericana (Foro de Sao Paulo) se unió en un cerrado y entusiasta apoyo al presidente bolivariano. Uno de los actores de ese movimiento fue las FARC, que ya venía tejiendo sus acercamientos.
La acusación norteamericana fija el año 2005 como el de la alianza de Farc (Marulanda, Iván Márquez, Timochenko, etcétera) con el Cartel de los Soles (Chávez, Maduro, Diosdado, etcétera). Suena plausible. De diciembre de 2004 datan las reuniones en las que las Farc comienza a pavonearse en grandes eventos en Caracas, lo que dio ocasión a la captura de su llamado “canciller” Granda, poco antes de que se presentara en el Congreso Bolivariano de los Pueblos. Por esa época ya las Farc tenían sede oficial en los alrededores de Miraflores y cierta senadora pasaba mas de la mitad de su tiempo en Caracas, hablando de las cosas que interesaban al régimen chavista y/o a las Farc. El negocio del secuestro que se tramitaba en Caracas abiertamente como “acuerdo humanitario y canje de prisioneros”, sirvió para que Farc y Chávez hablaran clandestinamente de la “otra guerra anti imperialista”, la guerra de la coca y los dólares.
Ciertos sectores han puesto el grito en el cielo por la acusación y la oferta de una recompensa por la cabeza de cada uno de los hampones que aún detentan el poder en Venezuela. El Espectador, haciéndose eco a las protesta de los jerarcas legalizados de las FARC, hoy con investidura parlamentaria por obra del acuerdo con Santos, ha dicho que “Adelantar acciones contra Nicolás Maduro en este momento no solo resulta perjudicial para Venezuela, sino para Colombia (y que) lo más grave de esta decisión, es que se cierra toda posibilidad de una solución negociada a la crisis venezolana”.
¿Ingenuos? ¡Alcahuetas? No hay solución distinta (ni hoy ni en cualquier época) para Venezuela que la cacería y puesta a buen recaudo de semejante banda de criminales que usurpa las sedes de sus poderes constitucionales.
Y pregunto a los escépticos: ¿Hay algún antecedente de un criminal pedido por la justicia norteamericana que no haya concurrido ante ella o, en subsidio, ante la de más arriba, la justicia divina? Remember Noriega en su celda de cuatro por cuatro, Husseim en la horca, Bin Laden con un océano por tumba.
Publicado: marzo 30 de 2020
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