El sábado fue tendencia en Twitter el video de una mujer —al parecer del Departamento del Atlántico— que se quejaba por el mercado de ayuda que había recibido del gobierno y que consideraba una verdadera miseria: «tres libras de arroz, una bolsa de Promasa, una de azúcar, media de lentejas, un frasco de aceite, una bolsa de café, un atún y tres espaguetis». Y le dice al presidente: «¡Hombre, no sea tan descarado usted!».
Obviamente, se dio la polarización de siempre: muchos la tildaron de «desagradecida», mientras que otros la defendieron y retaron a los demás a que vivieran siquiera cuatro días con eso. Una tuitera dijo que algo raro había pasado porque los mercados que estaba dando el gobierno son mucho más surtidos, y publicó una foto para comprobarlo. Otra aplaudió el esfuerzo para ayudarles a 43.000 familias del Atlántico: «Hay que darles a todos…. hagamos una cuenta: 20.000 pesos por 43.000 familias = 860 millones de pesos».
En contraste, se hizo público un video de un hispano residente en Delawere (Estados Unidos), en el que muestra la dotación de provisiones que le fue entregada antes de que se decretara el cierre de todos los comercios con ocasión del estado de emergencia establecido allí. Entre lo que enumera y lo que se ve sobre una mesa y en el suelo, hay 12 galones de leche, 50 libras pollo, media docena de paquetones de carne de res y carne molida (de al menos diez libras cada uno) y alrededor de diez cajas grandes repletas de latas de conservas, bolsas de pastas, hamburguesas precocidas, pasas, frutos secos, pasabocas y muchas cosas más.
El hispano dice que su familia es de solo dos personas y que tardarán seis meses en gastarse todo eso. Y agrega satisfecho: «Dense cuenta cómo son las cosas cuando hay organización y cuando no hay corrupción, y cuando el gobierno no se roba el dinero de los demás, y cuando el gobierno quiere ayudar al pueblo».
Pero, ‘ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre’. No es que la señora del Atlántico sea simplemente una malagradecida, lo suyo es una preocupación explicable para una persona que vive del rebusque y que no sabe cómo va a alimentar a su familia en medio de una situación inédita que seguramente se tendrá que prolongar. Y lo que enseña el contraste entre ambos videos son las diferencias entre un país pobre y un país inmensamente rico.
De hecho, mientras en Colombia se dispone el aplazamiento de deudas bancarias, del pago de los servicios públicos y cosas similares para aliviar el bolsillo de la gente, el gobierno de Trump piensa poner de nuevo en marcha la economía entregándoles a los gringos una suma que no cabe en las calculadoras: 2 billones de dólares (trillions, en inglés). Para entender el monto de esa cifra veamos que el presupuesto general de Colombia, para 2020, es de 271 billones de pesos, que convertido a dólares (a $4.000 por dólar) son 68.000 millones. Es decir, la inyección a la economía gringa equivale a más de 29 veces el presupuesto anual de nuestro país. Por eso no se pueden comparar la bolsa de lentejas que le dan a una señora en la costa caribe con las 50 libras de pollo de Delawere.
Sin embargo, el país hace esfuerzos importantes. En Bogotá, la alcaldesa decidió entregar un auxilio monetario de 423.000 pesos a 350.000 familias pobres, para un total de 168.000 millones. Por su parte, el Gobierno nacional trabaja en la entrega de $70.000 por IVA para un millón de familias, $712.000 para 204.000 mil jóvenes en acción, $240.000 para 2 millones de adultos mayores, $335.000 para 2 millones de Familias en Acción y $160.000 para 3 millones de familias que no están en programas sociales. Además, se repartirán más de un millón de mercados. Todo ese dinero en efectivo, para los más pobres, suma casi 2 billones de pesos. Haciendo esfuerzos, el Gobierno ha logrado destinar poco más de 15 billones de pesos para la crisis, o sea un 1,5% del PIB, pero hay que ver que Chile va a destinar el 5%.
Aun así, creemos que el gobierno debe hacer algo más por asegurar la alimentación de todos durante esta y otras cuarentenas. Tiene razón Rafael Plazas, coronel en retiro del Ejército, al asegurar que a través de esta institución se deberían haber adquirido 38 millones de raciones para alimentar a dos millones de personas durante 19 días a razón de 10.000 pesos por ración, para un total de 380.000 millones de pesos. Y que deberían ser repartidas por el Ejército. Solo que las personas a alimentar son muchas más, en un país con 60% de informalidad. Y esto no es pidiendo donaciones, esto es echando mano a todos los recursos del Estado. Telemedellín iba a derrochar $200 millones alojando su personal en un hotel cinco estrellas mientras el Municipio pide cobijas para personas pobres que va a albergar en un coliseo.
Sin duda, el gasto que se viene para los próximos meses es enorme y lo pagaremos entre todos exigiendo, en adelante, austeridad en el gasto público. Ni corrupción ni derroche; que los impuestos sean para cosas esenciales, verdaderamente justificables, o que no los cobren. El hambre atenta contra la cuarentena, que la gente coma no es populismo, paliar la situación de emergencia implica, en este caso, la gratuidad. Otra cosa será cuando superemos este trance entre todos.
Publicado: marzo 31 de 2020
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