Iván Cepeda, ese mismo que se jugó a fondo para que el narcotraficante de las Farc, alias Jesús Sántrich fuera liberado y pudiera emprender la fuga, está tratando de sacar provecho político por cuenta del caso del Ñeñe Hernández y la señora María Claudia Daza Castro.
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Se apresuró a formular una denuncia en contra de Daza y Priscila Cabrales ante el fiscal general, Francisco Barbosa, solicitando que “a la mayor brevedad posible y con carácter urgente, adelante las investigaciones a que haya lugar, con el propósito de determinar la veracidad de los hechos que presuntamente las comprometen en delitos electorales, que de ser ciertos también comprometerían al senador Uribe Vélez y al presidente de la República, Iván Duque Márquez. Asimismo, y ante el inminente riesgo de fuga de María Claudia Daza Castro que puede materializarse con su salida del país (…) me permito solicitarle respetuosamente que se le prohíba que salga del país, lo anterior, con el propósito de que no ocurran actos de obstaculización de la justicia”.
Cepeda está acostumbrado a impartirle órdenes a la justicia. Con su estilo intimidante -al fin y al cabo goza del respaldo de las Farc-, ha logrado que fiscales, jueces y magistrados, sigan a pie juntillas sus lineamientos. Él, que es tan amigo de los regímenes totalitarios, desconoce que Colombia es un Estado de Derecho, en el que las personas se presumen inocentes y, por supuesto, el derecho a la libertad de locomoción no puede ser cercenado arbitrariamente. Su solicitud de impedir la salida del país de la señora María Claudia Daza es reflejo de su talante brutal y antidemocrático.
Hace pocas semanas, dio la orden de capturar al abogado del presidente Uribe, Diego Cadena. Cepeda, fue el que, a través de presiones indebidas, logró que el beodo exmagistrado Barceló impulsara la investigación temeraria en contra del presidente Uribe, por la supuesta compra de testigos, cuando las evidencias confirman -sin espacio para las dudas- que quien lidera en Colombia el cartel de los falsos testigos es, precisamente, Iván Cepeda.
En este caso, hay que hacer una rigurosa separación entre lo político y lo jurídico. El presidente Uribe, tiene razones muy fundadas para marcar distancia de la señora Daza, lo que no significa, ni mucho menos, que ella sea responsable de haber cometido un delito. Hay que conocer el audio y luego determinar si el dinero del que se habla en el mismo, efectivamente fue recolectado y descubrir los nombres de las personas que se quedaron con el mismo.
La denuncia de Cepeda, es absolutamente temeraria y él es quien debe ser investigado, por falsa denuncia.
Involucró en el caso a la señora Priscila Cabrales, sin que haya un solo indicio que ella tenga relación con el caso. En la transcripción del audio en cuestión, se menciona a una Priscila. La mención a ese nombre, la hacen terceras personas. A pesar de que no es un nombre común, ¿con qué fundamento Cepeda llega a la conclusión de que el Ñeñe y la “mujer desconocida” hacen referencia a Priscila Cabrales?
La temeridad y falsedad en la denuncia radicada por Iván Cepeda es más que evidente. Ese sujeto, de reconocida animadversión hacia el Centro Democrático, está intentando nuevamente ejercer presión sobre la administración para continuar persiguiendo al expresidente Uribe y al uribismo.
Publicado: marzo 12 de 2020
FILOSÓFICAMENTE RESUMIENDO: CEPEDA Y PETRO, OPROBIOSOS SUJETOS, LOS HIJOS DE LA GRAN RAMERA, EL SOLO VERLES EL ROSTRO Y POR SUS ACTUACIONES, «SON REPUGNANTES».
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