En un acto de desesperación política y como estrategia para mostrar que hoy son una guerrilla fortalecida, algo que debe ser cuestionado, el ELN anunció un paro armado en Colombia. A esta convocatoria se le unieron otros grupos armados como el EPL y las disidencias de las FARC, que, aunque en el papel son grupos enemigos, vieron en el paro armado una oportunidad de chantajear al gobierno nacional.
Estos 3 grupos armados ilegales, tienen una cosa en común: son grupos narcotraficantes que, lejos de representar un ideal político, se esconden detrás de un camuflado y unas proclamas inanes para proteger el negocio de la coca en Colombia. La impunidad dejada por el acuerdo de paz y la imposibilidad del Estado de utilizar herramientas como la fumigación aérea para combatir los cultivos ilícitos, se han convertido en el escenario ideal para que estos grupos terroristas semana a semana reafirmen que no tienen ninguna voluntad de paz.
A pesar de que algunas voces le siguen exigiendo al Estado colombiano que inicie negociaciones de paz con grupos como el ELN y el EPL, estos grupos han seguido perpetrando ataques en contra de la población civil y la infraestructura estratégica de la nación. Las vías, redes eléctricas, enclaves industriales han sido atacados por los estas estructuras criminales. El sometimiento permanente de algunos pueblos son los gestos de paz de estos criminales. La respuesta del Estado colombiano, en cabeza del presidente Iván Duque ha sido correcta y contundente: mantener la lucha frontal contra el terrorismo, el narcotráfico, levantando un escudo para defender la democracia y sus instituciones.
Tras la firmeza mantenida por el gobierno nacional, los terroristas buscan emular acciones del pasado, buscando generar un estado de pánico y zozobra entre la población, con el fin de presionar al gobierno y llevarlo a la negociación. Una consecuencia nefasta del mal ejemplo de la impunidad. Sin embargo, contrario al efecto que pretendían los líderes de estos grupos terroristas, los ciudadanos colombianos hemos cerrado filas y no nos dejaremos amedrentar ni intimidar por un puñado de criminales y narcotraficantes.
El saldo del paro armado han sido algunos ataques en zonas que hoy viven en medio del flagelo de los cultivos de coca, como lo son el Catatumbo, el norte del Cauca, Arauca y Choco. Como Estado debemos luchar por recuperar el control de estas zonas y asumir la soberanía sobre este territorio, objetivo que únicamente lograremos con las herramientas necesarias que le permitirán al gobierno acabar con los cultivos ilícitos.
Como colombianos debemos permanecer unidos y elevar de manera unánime una voz de protesta contra quienes por medio de la violencia y la criminalidad quieren arrodillar al Estado colombiano.
Aprovecho estas líneas para agradecer públicamente el trabajo de nuestras fuerzas armadas, que se han desplegado sobre todo el territorio para garantizar la movilidad y los derechos fundamentales que unos criminales sueñan con arrebatarnos.
Los colombianos no podemos retroceder ante las amenazas y chantajes. Parémosle-bolas a quienes con un discurso populista y violento quieren llevar al Estado al sometimiento. No lo vamos a permitir.
Prórroga: Lamentamos profundamente el asesinato del cabo primero Felipe Norbey Palacios, quien entrego su vida protegiendo la democracia. Toda nuestra solidaridad con su familia y amigos.
Publicado: febrero 17 de 2020
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