La noticia del uso de uno de los aviones a disposición de la Presidencia de la República por parte de la primera dama para actividades particulares hace parte de lo que yo llamo “insustancialidad del periodismo.» Aquel que pretende convertir en primicia un hecho que no debería ser ni noticia, ni menos investigación periodística.
Lo primero que debemos repasar es que estamos sumergidos en un sistema democrático, de régimen presidencialista, donde el presidente es el Jefe del Estado, dignidad que le otorga al presidente derechos, derechos que terminan siendo privilegios, y esos privilegios incluyen tener a su disposición aviones para el desplazamiento del presidente y la familia presidencial; así algunos pretendan vender que la esposa del presidente Duque, sus hijos y amigos de colegio, debieron coger flota para ir a PANACA.
Más que hipocresía, lo que se tejió entorno a esta supuesta noticia, es la capacidad manipuladora, destructora y maniqueísta que tienen algunos periodistas sobre su audiencia y usuarios de redes sociales. Todo lo que diga un periodista o un medio de comunicación no siempre es la verdad.
Quienes alientan, consciente o inconscientemente, estos supuestos escándalos, lo hacen para abonar el cultivo que crece y pretende desestabilizar las instituciones fundadas en nuestro sistema democrático, constitucional e institucional. Si observamos con detenimiento, aquí todos los días se dispara un mortero contra la dignidad presidencial, contra la majestad de la justicia, contra la importante y necesaria institución congresional, contra las Fuerzas Militares, contra todo.
Están en la tarea de acabar con la credibilidad de todo. Están en la tarea de hacernos creer que aquí no funciona absolutamente nada, para lanzarnos al abismo del mesianismo, donde las personas, los caudillos, los manipuladores de la opinión y de las masas son más importantes que nuestro mismo sistema democrático, constitucional e institucional. Insisto en esas tres palabras como si fuera el triduo pascual.
Y no solo ocurre con el avión presidencial. Esa desnaturalización que genera el odio y la perturbación colectiva nos tiene también en el señalamiento salarial ¿Por qué ellos ganan ese sueldo?
Los mismos que le metieron gasolina al viaje de la familia presidencial son los mismo que se la pasan escandalizados por el salario del congresista, del ministro, del alcalde, del secretario, del funcionario público. Ojalá tuviéramos musculo económico y presupuestal para que los cargos públicos fueran mejor remunerados y llegaran a esos cargos personas con suficiente patrimonio moral y ético que protejan el presupuesto público del verdadero lio incorregible que carcome a Colombia: el de la corrupción.
Preservemos la dignidad presidencial, la cual sustento en las siguientes palabras del filósofo Javier Gomá: “La dignidad democrática se recibe por nacimiento y otorga a su titular derechos sin mérito moral alguno por su parte, válidos incluso aunque desmienta esa dignidad de origen con una odiosa indignidad de vida. Es irrenunciable, imprescriptible, inviolable, aquello que siendo inmerecido merece un respeto y coloca en cierto modo al resto de la humanidad en situación de deudora.”
Publicado: febrero 18 de 2020
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