El argot médico usualmente se hace complejo para la mayor parte de nosotros, sin embargo, existe un término oftalmológico que resume la manera en la que debemos abordar el país este nuevo año que comenzamos, 20/20 es la expresión que describe la excelencia en la visión.
Cayendo, seguramente en un fácil juego de palabras, nuestra mirada hacia el año que llega, el 2020, debe estar, sin duda enfocada en buscar alcanzar la mejor visión posible de país, en un año con muchos cambios y retos, pero así mismo lleno de oportunidades únicas que permitan acelerar nuestro camino a un mejor futuro. Cambios que van desde el inicio de los nuevos gobiernos locales, pasando por la consolidación de programas en el segundo año de mandato del Presidente Duque, hasta la discusión de proyectos de ley estratégicos para un avance significativo en la lucha contra la desigualdad y la creación de riqueza y mejores oportunidades para todos.
Desde el Congreso, tenemos como reto para este año que viene ponernos en la tarea de darle celeridad a aquellos proyectos de ley que tanto demanda nuestra sociedad.
El primer tema de gran importancia es continuar promoviendo las iniciativas de normas anticorrupción que tanto claman los colombianos. El Gobierno Nacional ha venido impulsando varias iniciativas que recogen el sentir expresado en las urnas durante la Consulta Anticorrupción. Pero lo cierto es que no ha sido fácil su tránsito por el congreso y tenemos como institución la deuda moral de lograr que se conviertan en leyes. La lucha contra los corruptos debe ser plena, sin tintes políticos y sin filigrana politiquera, puesto que es un componente ético superior: El compromiso debe ser total y multipartidista para acabar con el mayor flagelo que vive nuestro país.
Por otro lado, las células de narcotráfico y microtráfico deben ser combatidas con ahínco. No más paños húmedos y medias tintas. El narcotráfico nos afecta cómo país y el microtráfico nos destruye desde adentro. Destinar recursos para judicializar a los traficantes, ayudar a los consumidores, y en esencia, proteger a nuestra juventud, debe ser visto cómo una oportunidad de mejora y no desde la óptica dialéctica de izquierda o derecha.
En tercer lugar, el crecimiento económico debe ser una prioridad. El impulso congresional a proyectos cómo el de la prima extra, la disminución de la jornada laboral y la ley de pronto pagos son sin dudas avances que proyectan una nueva visión de una “economía fraterna” de la que hemos venido hablando. Nuestro papel debe ser brindar las garantías suficientes para el crecimiento económico, la inversión de capital, y la cosecha de frutos de la reforma tributaria recientemente aprobada. Del mismo modo, la búsqueda de seguridad jurídica y de mayor solidaridad deben ser objeto de nuestros mayores esfuerzos. La empresa es nuestra casa común, aquella donde depositamos nuestros sueños y a partir de la cual se benefician todos los que cohabitan en ella: colaboradores, accionistas, proveedores, el estado, el medio ambiente y el entorno social.
Grandes temas como la salud y la justicia deben ser revisados; el primero con la firme convicción de que las normas aprobadas de punto final y de dientes para SuperSalud sean aplicadas efectivamente y deriven en mejor servicio y mayor calidad. La segunda, para que sea reformada a fin de hacerla más cercana, oportuna, y con términos perentorios que realmente se cumplan.
Por último, va, un llamado a lograr un acuerdo sobre lo esencial, que puede ser sobre estos cinco puntos que acabó de enunciar. Un acuerdo que parta de tender puentes entre partidos de toda índole, y que logremos promover aquello que nos une para nuestro avance cómo sociedad.
Si somos capaces de acordonar los grandes asuntos desde una visión plural, lograremos finalmente ese salto adelante del que tanto hemos oído, pero que nos sigue siendo esquivo. Un país cuya mirada al futuro sea cristalina, una mirada 20/20 sobre lo fundamental.
Publicado: enero 20 2020