Es evidente que el presidente Duque necesita ampliar su coalición para efectos de garantizar la gobernabilidad y asegurar unas cómodas mayorías que aprueben su agenda legislativa para los dos años y medio que le quedan a su gobierno.
Se especula con un remesón en el gabinete. De entrada, hay que designar al próximo ministro de Salud, para efectos de reemplazar al fallido Juan Pablo Uribe.
Uno de los aspirantes a ese cargo, es el polémico Superintendente de Salud Fabio Aristizábal, quien goza del respaldo de un sector del Centro Democrático. Sin embargo, sobre él pesan algunos cuestionamientos en relación con sus negocios en el sector que él debe vigilar.
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Cualquier movimiento que haga el presidente, puede generar el efecto contrario al que él espera. Las dificultades con su partido, el Centro Democrático, no son menores. A pesar de que es la colectividad con mayor representación en el Ejecutivo, no son pocos los enemigos agazapados del presidente Duque que -en privado-, lo fustigan por no haber entregado una mayor porción de la torta burocrática a las fichas del uribismo.
Se ha dicho repetidamente, que la nueva coalición debe estar íntimamente ligada a la aprobación de una agenda legislativa puntual, que facilite el desarrollo del plan de gobierno por el que votaron más de 10.5 millones de colombianos en 2018.
La renuncia de Francisco Santos a la embajada de Colombia en los Estados Unidos ha desatado toda suerte de especulaciones, respecto de su eventual reemplazo.
Desde hace mucho tiempo, se oye el nombre de Simón Gaviria como posible embajador en Washington.
El presidente de la República es libre de hacer los nombramientos que él considere necesarios. La constitución lo dota de las facultades para dirigir la política exterior de nuestro país.
LOS IRREVERENTES, están en la capacidad de confirmar que Gaviria no está entre la baraja real de aspirantes que está evaluando el presidente de la República.
Una de las tareas más difíciles del quehacer político es el de perfeccionar una coalición. Los convidados a la misma, se sentirán en desventaja y considerarán que el gobierno los “maltrata”. Dado que será muy difícil que todos los participantes estén felices, el truco consiste en dejarlos lo menos insatisfechos posible.
La política grande consiste en poner la mirada sobre los grandes temas nacionales, sin detenerse en cuestiones pueriles como el nombramiento de determinadas personas en cargos puntuales. La coyuntura nacional, obliga a que todos los amigos de la democracia tomen conciencia de la amenaza que encarna la extrema izquierda populista.
No se puede perder de perspectiva que Colombia y Chile están en la mira de Maduro y sus secuaces del denominado Foro de São Paulo. Ellos, dedicaron todos sus esfuerzos en el último trimestre del año pasado, para desestabilizar los gobiernos de Duque y Piñera. Cualquier coalición política en 2020 en esos dos países, debe partir del propósito de ser garantía del triunfo de la democracia liberal contra el nefando Socialismo del Siglo XXI.
No es hora de desatar pugnas por asuntos menores, sino de unir esfuerzos para afianzar nuestro régimen de libertades, procediendo con generosidad y desprendimiento.
Pero para que una relación política sea fluida, las partes que intervienen en la misma deben obrar con reciprocidad, y ello obliga a que desde todas las orillas se valoren muy bien las consecuencias que pueden traer determinadas decisiones.
Nadie puede imponerle una suerte de veto al presidente de la República, pues aquello iría en abierta confrontación con los poderes inherentes a su cargo. El doctor Duque tiene la suficiente experiencia y criterio para determinar con astucia los nombres de sus nuevos colaboradores, pensando siempre en ampliar y fortalecer su coalición, sin zaherir a sus aliados de siempre: los militantes del Centro Democrático.
Publicado: enero 21 de 2020
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