Estaba perfectamente probado y debidamente documentado que sobre Antanas Mockus, el impostado apóstol de la transparencia, pesaba una tremenda inhabilidad que le impedía inscribirse como candidato al senado en el año 2018.
Y él, que no es ingenuo, lo sabía, pero escogió el atajo y la trampa no solo para hacerse a una curul, sino para inflar la lista de su partido.
No deja de ser dramático que la colectividad que se presenta ante el país como la abanderada de la lucha contra la corrupción, haya incluido como cabeza de lista a un personaje que estaba inhabilitado por cuenta de los multimillonarios contratos que su fundación, Corpovisionarios, celebró con entidades del orden local y nacional.
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Mockus recibió más de $6 mil millones de pesos en contratos durante el gobierno de Santos. De lejos, él fue uno de los principales beneficiarios de la mermelada que repartió el gobierno anterior, caracterizado por su desbordada capacidad corruptora.
Santos, con recursos del erario, compró a los Ñoños y a Mockus.
En vez de aceptar su equivocación y de pedirles excusas a los colombianos que votaron por él, el “profesor” resolvió, cual politiquero de baja estirpe, aferrarse a su curul, a través de una acción de tutela que presentó a través de su abogado, el arquitecto del pacto de impunidades con la banda terrorista Farc, Humberto de la Calle.
Desde hace más de un año, se decretó que Mockus debía salir del Senado. Él, no aceptó el veredicto de la justicia y prolongó injustificadamente sus privilegios como parlamentario, hasta hace pocas horas cuando se produjo un pronunciamiento del Consejo de Estado, que le puso punto final a ese bochornoso asunto.
Aquella trampa, puede decirse que fue un crimen perfecto. Mockus le sumó más de medio millón de votos a la lista del partido Verde, caudal que aumentó ficticiamente el número de curules que le fueron asignadas a esa colectividad en el Senado de la República.
En justicia, el Consejo de Estado debería ordenar la invalidación de esa votación y proceder a retirar los escaños y asignárselos a los partidos que sí presentaron candidatos habilitados.
Ahora bien: el señor Mockus tiene la obligación de enviar un mensaje en el sentido correcto y proceder a reembolsarle al tesoro público los sueldos que devengó desde el mismo instante en que asumió su asiento en el Senado de la República. Si en efecto está comprometido con la transparencia, él debe poner la cara, reconocer su culpa y devolver las platas que recibió y que no le corresponden.
Al final del día ha quedado confirmado que Antanas Mockus es un vulgar tramposo que, por decisión del máximo tribual de lo contencioso administrativo, saldrá por la puerta trasera del Congreso de la República.
Publicado: enero 22 de 2020
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