No son pocas las voces de representantes de la extrema izquierda, que aclaman que nuestro país viva la tragedia que está padeciendo Chile.
Los alentadores de las revueltas y del zafarrancho, unos irresponsables absolutos que no miden las consecuencias de sus brutales acciones de agitación, enceguecidos por el odio al presidente Iván Duque, a quien quieren tumbar al precio que sea, no han ponderado los efectos que puede traer para el país una emulación de la catástrofe chilena.
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En las últimas horas, trascendió un informe del banco central de Chile que confirma que la economía de ese país cayó un 3.4% en el mes de octubre.
El desplome es mucho mayor al que esperaban los economistas, pues los más pesimistas aseguraban que el descenso sería de máximo 2%.
Los sectores más afectados han sido el turístico, la educación privada, los restaurantes, los servicios de transporte y empresariales.
Se estima que en noviembre, la caída fue similar. Y, claro, los más afectados son los ciudadanos de la clase media, que al final del día terminan pagando los platos rotos de la contracción económica.
La situación ya empieza a sentirse en materia de desempleo. La cámara de comercio de Chile, asegura que en tan solo 6 semanas de protestas, más de 100 mil personas han quedado desempleadas, concretamente trabajadores de pequeñas y medianas empresas.
Para muchos comerciantes, la temporada decembrina es fundamental para mejorar los promedios de las ventas. Por cuenta de la crisis, los compradores se han concentrado en la adquisición de productos de primera necesidad, olvidándose de cualquier lujo.
Los minoristas, en un mes, han visto caer sus ventas en un 17.2%.
Ha llamado la atención de los economistas, datos como el desplome en la venta de ropa y zapatos, que cayeron 6.2% y 6.8%, respectivamente.
La comercialización de electrodomésticos, disminuyó en casi 31%, mientras que los muebles cayeron el 27.7%.
Cifras alarmantes para una economía que antes del brutal paro, era boyante y merecía el plauso y admiración de toda la región.
En Colombia, las dos semanas de paro no han salido gratis. Los números empiezan a ser preocupantes, empezando por la acelerada devaluación del peso, que ya sobrepasó la barrera sicológica de los $3500 por dólar.
Aquella tasa de cambio, tiene efectos nefastos sobre los consumidores, pues el encarecimiento de los productos o materias primas importadas, se verá materializado muy pronto, con lo que se causará un detrimento al bolsillo de los colombianos.
A la izquierda radical, irresponsable, insensata, irreflexiva e indolente, la tiene sin cuidado que los pequeños comerciantes hayan visto cómo se esfuman sus posibilidades de ventas en estos días previos a la Navidad, ni la evidente afectación que han sufrido decenas de miles de estudiantes que no están de acuerdo con el paro y que, por cuenta de los revoltosos, no han podido atender con regularidad sus clases, por no hablar del efecto en el turismo que, según Cotelco, ha sufrido una reducción del 10%.
¿Quieren que Colombia viva la pesadilla chilena? ¿En serio esperan que más de 200 mil personas pierdan sus trabajos, que los créditos hipotecarios se vuelvan impagables, que los estudiantes y trabajadores que utilizan el transporte público diariamente tengan que seguir caminando largas horas para llegar a sus empleos o centros académicos?
Está bien que el gobierno nacional, oiga los reclamos de algunas personas que eventualmente puedan tener algo de razón en sus demandas, pero eso no significa, ni mucho menos, que el país se vaya por el abismo, para satisfacer la sed de venganza del delincuente Gustavo Petro, que no ha podido asimilar la brutal paliza que Iván Duque le propinó en las urnas.
Publicado: diciembre 3 de 2019
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