¿Qué debe hacer el Presidente?
Esa es quizás la pregunta más formulada estos días. ¿Se acerca a las bases que lo eligieron en el 2018 o tiende puentes con la oposición, los sindicatos y todos aquellos que lo quieren arrinconar con las marchas?
La segunda opción es la que más le gusta a ciertos opinadores de la vida nacional. Ceder ante la presión y acudir a negociar la agenda política pareciera ser la vía más rápida para calmar la tensión de las últimas dos semanas.
Sin embargo, no hay nada más alejado de la realidad. Acceder a ello termina oxigenando las protestas antes que apaciguarlas y manda un mensaje de debilidad que los contradictores de esta administración sabrán aprovechar para continuar su agenda de bloqueos y paros durante buena parte del 2020.
Además, debemos ser conscientes de una evidente realidad: al Presidente la izquierda nunca lo quiso, no lo quiere y no lo querrá. Tratar de aproximarse a ellos sería una causa perdida, más aún cuando los tropiezos de esta administración son los que impulsan su discurso, tal como sucedió en los últimos comicios regionales.
Por ello, antes que acercarse a la oposición que quiere perjudicarlo para deslegitimar su Gobierno y pavimentar el camino de las elecciones presidenciales del 2022, el Presidente debe reencontrarse con su electorado, con las bases que lo eligieron, las cuales, la mitad de ellas, no encuentran conexión con él.
En efecto, el Presidente ganó las elecciones del 2018 con el 54% de la votación y comenzó su mandato con la misma cifra en cuanto a índice de popularidad. Sin embargo, por muchas circunstancias ese indicador cayó al 26%, lo cual indica que el electorado que debe recuperar de manera prioritaria el primer mandatario no es aquel que votó en su contra, sino el que lo respaldó.
Para ello, lo primero que debe hacer el Presidente es volver al seno del Centro Democrático, el partido que lo llevó a la Casa de Nariño, y abrir un espacio de sana crítica constructiva que permita recuperar la necesaria relación con la principal colectividad del oficialismo, de tal manera que se realicen cambios que le permitan sentir a la opinión pública que se está recuperando el rumbo perdido.
No obstante, de nada servirá ello si la estrategia de comunicaciones del Gobierno no cambia. En materia económica, por ejemplo, el País está mostrando unos síntomas de recuperación que no se veían hace más de 4 años, pero ese mensaje no le llega a la gente. Duque debe transmitir con vehemencia su visión de País, al mismo tiempo que los Ministros tienen que ser los primeros que salgan en una determinante defensa del Presidente cada vez que hay un ataque.
En esencia, el Presidente es quien debe poner al País a hablar en torno a sus propuestas y no salir a apagar incendios coyunturales y para lograrlo debe recuperar el apoyo de su electorado, a quien necesita ahora más que nunca.
Publicado: diciembre 11 de 2019
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