Gran escándalo se ha formado luego de que la JEP, tribunal al servicio de los intereses de las Farc, revelara la existencia de unas fosas en las que supuestamente se encuentran los restos mortales de civiles asesinados por las Fuerzas Militares.
El testigo de ese caso es un militar de bajo rango que se acogió a la JEP y cuya identidad no ha sido revelada, que ha asegurado que los cadáveres corresponden a personas que fueron presentadas como “falsos positivos”.
La historia, que ha despertado la ira de la extrema izquierda y ha servido para alimentar el odio contra nuestras Fuerzas Militares, resulta difícil de creer por una razón potísima: todos los casos de falsos positivos, consistieron en que los responsables de ese crimen execrable, presentaban a los muertos como bajas en combate.
No es creíble la teoría del caso trazada por la JEP y que parte de la hipótesis de que los militares asesinaban a las personas y de inmediato lanzaban sus despojos a una tumba común y anónima.
Si aquello hubiera ocurrido, ¿cómo podían sustentar las bajas para efectos de hacerse a los beneficios que supuestamente les eran otorgados y que era el argumento central sobre el que se erige la historia de los falsos positivos?
Se decía que el Ejército Nacional, implementó la modalidad de conceder condecoraciones, permisos y todo tipo de privilegios a los miembros de la institución que más bajas en combate registraran y que aquellos estímulos abrieron el boquete para que inescrupulosos miembros de la institución asesinaran civiles a los que uniformaban, les ponían armas en sus manos, para luego mostrarlos como guerrilleros y miembros de otros grupos armados al margen de la ley que caían en el fragor de la batalla.
No tiene sentido que los militares hubieran fusilado civiles para ocultar sus cuerpos en fosas comunes, cuando se pretendía hacer una pantomima de un enfrentamiento en el terreno de combate.
Así que a esta nueva historia, claramente recreada por la JEP para desprestigiar a las gloriosas Fuerzas Militares, le falta un capítulo. Valdría la pena hacer un ejercicio de sana crítica que parta de un interrogante totalmente legítimo: ¿No será que el cementerio revelado por la JEP pertenecía a las Farc y los cuerpos encontrados son de víctimas de ese grupo delincuencial, o de miembros del mismo?
No puede olvidarse que la JEP es una jurisdicción integrada por magistrados ideológicamente afines a la extrema izquierda cuyo cometido consiste en lavar las culpas de los terroristas y liquidar de una vez y para siempre a la Fuerza Pública. Ninguna credibilidad puede otorgársele a un organismo que es regentado por personas que ordenaron la liberación del capo del narcotráfico, alias Jesús Sántrich y que ahora se emplean a fondo para mancillar el honor de los soldados de la Patria.
Publicado: diciembre 17 de 2019
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