A los presidentes de Colombia nunca les ha tocado fácil, pero siento que al presidente Duque le ha figurado lidiar una faena muy brava. Le dejaron un país descuadernado en lo económico, con vigencias futuras comprometidas, el territorio inundado de coca, el narcotráfico y microtráfico en una nueva bonanza, así como el auge de la minería ilegal y todas las rentas criminales. Las disidencias de las FARC ejercen control sobre algunos territorios tras el Acuerdo, lo mismo que el ELN y los demás GAO. Nos dejaron a la fuerza pública con la moral baja. Ha sido difícil lograr obtener la gobernabilidad política y avanzar dejando atrás las practicas dulces. Adicionalmente hoy en el mundo existe un descontento e inconformidad muy fuerte, del cual nuestro país no ha sido la excepción y es por ello que un grupo de jóvenes deciden salir a protestar de manera pacífica. No obstante no podemos desconocer también que existe otro grupo de personas con intereses mezquinos y pirómanos que quieren incendiarlo todo generando caos para poder desestabilizar la institucionalidad y viabilizarse como opción de poder.
A pesar de todo esto, el Presidente Duque ha decidido seguir construyendo país y ha iniciado un diálogo con los inconformes pacíficos dentro del marco de la legalidad, la argumentación y el ánimo constructivo. El Presidente ha liderado con su talante democrático y con su capacidad dialéctica, con el fin de entablar puntos de acuerdo que nos permitan salir adelante.
El diálogo a mi juicio ha servido y servirá como un escenario de construcción colectiva donde se podrán abordar las diferente preocupaciones, pero sobretodo, impulsar posibles iniciativas que nos permitan ir perfilando soluciones. No debe ser un escenario de queja sino de soluciones. Es importante que no nos llamemos a engaños, las respuestas planteadas al descontento de los inconformes, que son problemas sociales estructurales e históricos, no se van a poder resolver de manera inmediata como quieren muchos y tomará tiempo poder generar la tan anhelada equidad. Pero lo que si es claro es que debemos encontrar el camino y avanzar.
El dialogo también ha mostrado que hay un grupo como los organizadores del Paro que no quieren conversar sino imponer. Sacaron un peticionario que en su mayoría plantea unos puntos que son muy difíciles de aceptar. Solicitaron además que quieren que su espacio no sea de dialogo, sino de negociación y piden que sea exclusivo para ellos. Es decir que los que se dicen estar excluídos, quieren marginar del dialogo nacional a un grupo muy importante de ciudadanos inconformes que sí quieren avanzar dentro de un intercambio de ideas y alternativas incluyente y amplio. Quieren a su vez dejar por fuera a un grupo inmenso de colombianos que no marcharon y no protestan. Las autoridades dicen que salieron un poco más de 200.000 personas, los orgnizadores dicen que fueron 400.000. No importa el número, creo que todos tenemos claro que son muchos los inconformes que tienen descontento. Debemos escuchar y atender integralmente sus demandas. Pero qué pasa con el resto de los colombianos que no marcharon. Según los organizadores del Paro no tienen cabida en el diálogo que ellos quieren adelantar. Hágame el favor. Esta gran conversación nacional debe incorporar a todos los colombianos para así poder alcanzar respuestas que sean políticas públicas legítimas que logren forjar un acuerdo global.
El diálogo también mostró que en colombia hay un grupo de políticos incendiarios con intereses mezquinos que solo quieren generar caos para deslegitimar al equipo de gobierno y poner en tela de juicio a la institucionalidad deomocrática. A ellos nos les interesa nada diferente a tratar de destruir las columnas que mantienen en pié nuestro sistema política, por eso atacan sistemáticamente a la fuerza pública. Este grupo de líderes nocivos buscan generar zozobra e incertidumbre permanente para que ellos puedan ser opción de poder. Lo bueno dentro de tantos días difíciles es que a los colombianos ya les quedó claro quienes son y qué es lo que buscan. Afortunadamente destaparon sus cartas y sus oscuras intenciones ya quedaron reveladas.
La tarea del presidente Duque no ha sido fácil, pero creo que lo que está en juego hoy en el país es la estabilidad institucional, jurídica y la socioeconómica de toda la nación. Yo apoyo a Duque y creo que debemos rodearlo en este momento, para que podamos superar este estadío de complejidad y encontremos soluciones sociales de fondo que nos unan como colombianos. Confío en que todo esto se logre dentro de un marco de respeto, legalidad y concordia que fortalezca la democracia participativa y la equidad. Abrir el camino a una constituyente no es la solución, sería dar un salto al vacío. Las reformas que surjan del diálogo estoy seguro que se podrán adelantar dentro del marco legal vigente sin acudir a fórmulas riesgosas que podrían capitalizar los populistas y extremistas que quieren reescribirlo todo.
Publicado: diciembre 2 de 2019
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