“Después de quince años de Guerra Magna, que no por haber sido de emancipación, dejó de ser asoladora de vidas y riquezas, vivimos los colombianos ochenta años mas batiéndonos, los unos bajo la bandera roja, los otros bajo la bandera azul o la amarilla. Al fin hemos venido a caer en la cuenta de que, al modo como las bandas del iris se refunden en un solo rayo de luz blanca que ilumina, alegra y fecunda, así también los colores sectarios, cosidos juntos en la bandera nacional, por la previsión de los fundadores de la República, forman una enseña representativa de todas las aspiraciones y capaz de satisfacer los más altos anhelos. Por eso los colombianos todos hemos llegado a agruparnos al pie del pabellón patrio, buscando entre sus sacros pliegues abrigo y refugio contra los vendavales de infortunios que nos azotaron por tan largo tiempo.” Rafael Uribe Uribe – Quito, 1905
Este aparte de un discurso pronunciado hace ciento catorce años, refleja el único camino para lograr la paz y finalizar la confrontación estimulada por una negociación torcida que, en lugar de alcanzarla, la desfigura.
Sin entrar a valorar las desigualdades existentes, es un hecho que el presidente Duque recibió un país descuadernado, lleno de promesas y compromisos incumplidos difíciles de formalizar por haber heredado una economía de olla raspada y el reparto ramplón de mermelada para la compra de decisiones y conciencias, motor de corrupción de legisladores, jueces e imposición de trabas e impunidad a favor de criminales.
El paro hace parte de un plan maquiavélico instigado por personajes de dudosa ortografía que, inspirados desde Cuba y Venezuela pretenden, no la reivindicación de la inconformidad de quienes ingenuamente a el se vincularon, sino ejecutar el plan del Foro de Sao Paulo para la toma del poder y establecer un régimen de corte marxista cuyo reflejo y ejemplo no alcanzan a ver en el espejo gigantesco de nuestro país hermano y los miles de migrantes venezolanos que en nuestras esquinas imploran una limosna.
Castro, Chávez, Ortega, Correa y Dilma no salvaron sus países, como a Colombia no lo salvarán Petro y sus secuaces con el apoyo del cartel de los soles y su billete corruptor, aprovechando el candor de un presidente limpio que ve en los demás su honradez, indulgencia y amor por la patria.
El Rincón de Dios
“El futuro está en las manos de quienes saben buscar y encontrar razones fuertes de vida y de esperanza.” Benedicto XVI
Publicado: noviembre 29 de 2019
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