La revolución de los payasos, esa revuelta que genera un payaso resentido que es sometido a un despiadado matoneo, y al desprecio de la sociedad donde vive, cuya única salida que le queda, dado su acendrado odio acumulado, es destruir la riqueza urbanística y pujante de Ciudad Gótica, la ciudad donde nació y creció. Cuyos eventos suceden en la ficción de la extraordinaria película, obra maestra del cine moderno, de la productora Warner Bros, El Joker o Guasón. Cinta dirigida por neoyorkino Todd Phillips (1970) y con la sobresaliente actuación que dará para un Oscar de la academia de ciencias cinematográficas el portorriqueño Joaquín Phoenix (1974). De aquí se desprende con mucha vigencia la teoría de que el hombre nace bueno y la sociedad lo daña.
Los sucesos son exactamente iguales a los, esos si ciertos y reales que vivió Santiago de Chile, donde un pueblo enardecido y resentido contra la cultura económica capitalista destruye una de las ciudades con mejor nivel de vida de Suramérica y el mundo.
Uno no encentra explicación alguna de estos terribles eventos más allá de reflejar un gran resentimiento de los pobres contra los ricos, de Caín contra Abel. Aquí se desarrolla en su esplendor lo que yo llamo el síndrome de Caín.
La Revolución de los Payasos consiste fundamentalmente en destruir todo lo bueno que han creado los líderes que hacen empresa y desarrollo, por portar ese sentimiento de sentirse excluidos. Lo mismo le paso al enajenado de Fidel Castro (y lo mismo pasa con el marxismo), que sentía gran deprecio por su padre Don Ángel Castro por haberlos obviado y discriminado, lo que llevó a Fidel a odiarlo y expropiarlo apenas llega al poder. Lo de Fidel no es otra cosa que una sed de venganza de un hombre que como el Guasón de la película, fue relegado hasta la humillación, echándole la culpa al sistema y entonces atenta contra este. Todos saben que Fidel era hijo natural que no tuvo el apellido Castro sino cuando era muy mayor de edad y que su padre lo puso a vivir de niño en el patio de la casa.
Hay que revisar que está pasando en la cultura occidental, que la riqueza queda en manos de muy pocas personas y los que no tienen el talento para hacerla quedan relegados y víctimas o a expensas de un Estado que no puede cumplir con las necesidades mínimas del ser humano.
Ese es el caso del Payaso o Guasón o los marxistas o los izquierdistas de los países subdesarrollados, que sienten gran deprecio por todo lo que es riqueza porque no pueden tenerla y peor aún no pueden satisfacer sus necesidades, y al no saber cómo hacerlo sienten desprecio por los que sí saben hacerlo. Por eso el Estado tiene que entrar a suplir esa falencia, que aún no se ha conquistado del todo y que nuestros países es el común denominador. De todas maneras el sistema capitalista, como dijo Churchill, es lo mejor hasta ahora inventado.
Publicado: noviembre 21 de 2019
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