No se entiende el odio visceral con que una parte de los manifestantes salen a atentar contra el Esmad y la Policía. Prácticamente irrespetar a la autoridad se ha convertido en un cliché que no puede faltar en los desmanes que han causado pérdidas millonarias en el País y, sobretodo, en Bogotá.
¿Es eso lo que tanto aprenden en las universidades?…
El saldo de 341 uniformados heridos a la fecha en medio de los desmanes es completamente inaceptable. Lesiones en cara, cráneo, tabique, manos, rodillas y espalda son algunas de las afectaciones de las que tendrán que reponerse nuestros héroes de la Patria.
Como tal, es tal el nivel de agresividad con que se los ataca que a los vándalos que lo hacen se les olvida que ellos, además de mantener el orden, también son padres, hijos, hermanos y esposos. Tienen una familia que los está esperando y que anhela poder compartir con ellos después de las exhaustivas jornadas de trabajo.
A pesar de ello, la violencia parece no cesar. Detrás del tan mediático paro nacional hay una estrategia política que no está nada cerca de llegar a su fin. Por ello, lejos de acobardarse o proceder con debilidad, nuestra Policía Nacional debe seguir adelante y repeler con toda la autoridad que le confiere la ley los ataques que se perpetren contra el comercio, la infraestructura o los sistemas de movilidad.
Bogotá no puede seguir paralizada todas las tardes por cuenta de unos inconscientes que consideran legítimo bloquear las vías y poner en riesgo la integridad de miles de personas. Ya hicieron el paro, ya se hicieron notar y ya se los escuchó, pero la gente, en términos coloquiales, está mamada de tanta marcha que no logra nada distinto a afectar su diario vivir.
No obstante, no todas las noticias son malas. En efecto, es completamente alentador el respaldo inequívoco que el nuevo Ministro de Defensa le ha dado a la institución. Fácil es salir a pedir la cabeza de los generales o abrir investigaciones cada vez que la prensa lo exige, pero difícil es asumir la responsabilidad de los hechos y darle la garantía a los uniformados que el alto gobierno no cederá ante las exigencias populistas que abogan, entre otras cosas, la inaudita eliminación del Esmad.
Sin embargo, el respaldo a los policías no se debe limitar a los discursos. La defensa del fuero penal militar es más vital que nunca, en especial cuando en medio de tanta confrontación son completamente normales los señalamientos a la Fuerza Pública de excederse y abusar de su legítima autoridad.
Solo un uniformado debe juzgar a otro uniformado. No puede seguir pasando que ciertos jueces civiles desde la comodidad de un escritorio en Bogotá establezcan los parámetros que deben cumplir nuestros héroes de la Patria, cuando estos jamás le han puesto el pecho a la violencia que amenaza con destruir las ciudades.
Publicado: noviembre 29 de 2019
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