Álvaro Gómez repetía insaciablemente que en Colombia todo es importante, pero nada es trascendental. La espectacular fuga de la condenada Aida Merlano, despertó la legítima indignación ciudadana, es misma que no ha querido ejercer presión para que otro “evadido”, Juan Manuel Santos, le ponga la cara a la justicia para responder por los evidentes delitos que cometió, con ocasión de la financiación de sus dos campañas presidenciales, en 2010 y 2014.
En una de las avenidas más transitadas de Bogotá, en medio del tráfico y los transeúntes, la Merlano, como en Alicia en el país de las Maravillas, descendió de los cielos, para luego subirse a una motocicleta que estaba esperando a su llegada. Salió disparada y hasta el sol de hoy, nadie tiene noticia de ella.
Seguramente, nuestra muy profesional Fuerza Pública logrará capturar a la fugitiva para efectos de que cumpla, en un centro de reclusión de máxima seguridad, la condena a 15 años de prisión que recientemente le fue impuesta en la primera instancia de la corte suprema de justicia.
Aida Merlano, no es la única delincuente que emprende la fuga. Hace un par de meses, el narco de las Farc, alias Jesús Sántrich se escapó con el beneplácito de la JEP y la corrupta corte suprema de justicia, tribunales que allanaron el terreno para que ese mafioso huyera hacia Venezuela, a buscar refugio bajo la falda de la dictadura de Nicolás Maduro.
Aunque aún no ha sido condenado como consecuencia de su alianza criminal con Odebrecht, Santos, valiéndose de toda suerte de maniobras cochinas, ha evitado ponerle la cara a la justicia para efectos de aclarar los graves señalamientos que se le hacen a sus campañas, cuyo gerente, el corrupto Roberto Prieto, fue condenado y conducido a una cárcel.
Valiéndose de su condición de expresidente y de premio Nobel de Paz, Santos le hizo el quite a la justicia. Aida Merlano se voló en una moto y Santos se está escapando utilizando su Nobel como tapadera.
Aida Merlano, claro que violó la ley y el castigo que recibió es totalmente justo. Con dinero en efectivo, compró los votos para llegar al senado en 2018. Juan Manuel Santos, hizo exactamente lo mismo: con plata corrupta de Odebrecht, pudo comprar su elección de 2010 y 2014. Así que entre ellos -Merlano y Santos-, no hay diferencia ninguna. Son igual de corruptos y tramposos. La diferencia es que la excongresista, al menos pudo ser juzgada y sentenciada, mientras que el expresidente sigue, tan campante, enrostrándole a la sociedad colombiana la impunidad de que ha gozado.
Publicado: octubre 3 de 2019
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