Cuando naciste, hace 3 años, siempre soñamos poder ofrecerte como familia un mundo donde los valores humanos triunfaran. Hoy esos valores están en retroceso, controvertidos, señalados, menospreciados en ocasiones y, en algunos casos, sucios. Perdón, Esteban, de corazón.
La nueva realidad social indica que tendrás que crecer rodeado de identidades diversas; sí, diversas, en medio de una confusión lingüística que cachetea la naturaleza creada por Dios. Haremos lo posible por proteger tu integridad como individuo, a pesar de los embates de la irracionalidad imperante.
Al tenerte por primera vez en nuestros brazos, muchas lágrimas cayeron como reflejo de la alegría que trajiste a nuestra familia. El futuro eres tú. No obstante, en apenas 42 meses ese futuro se encuentra amenazado. Perdón, Esteban, te lo digo con amor infinito.
Pondremos todo lo que somos de por medio para que puedas ser educado como niño, porque naciste varón, hombre libre. Y no te preocupes, que seguiremos jugando con carros y con balones de fútbol, para que podamos continuar pateando penalties cuando quieras celebrar un “¡golazo!”
Cuando leas estas líneas, lleva en tu corazón este mensaje: nadie, ni siquiera un Estado poderoso y sin frenos, está por encima del derecho que tienen los padres de educar a sus hijos de acuerdo con su legado familiar y cultural, que son sus creencias más profundas.
Porque tú mismo –como todo ser humano que habita en este planeta- eres un milagro, y porque es un milagro diario verte crecer a pesar de las vicisitudes, te propongo un compromiso, que hago extensivo a las personas que lean esta columna: ¡NUNCA RENDIRSE EN LA BATALLA CONTRA LAS ARBITRARIEDADES!
Con todo respeto: El 27 de octubre ganó el foro de Sao Paulo en Colombia. Los corruptos de toda una vida recibieron su castigo. Tristemente, en esa cuenta de cobro nos jodieron a todos. Porque ellos y los que cayeron en la trampa de la “anticorrupción”, le abrieron la puerta a la tragedia que se viene. Lamentablemente, tal como sucedió en Venezuela con Chávez (1999), les han puesto la soga en el cuello a nuestros niños.
“¿Fue a la vieja a quien maté? No, me asesiné a mí mismo, no a ella, y me perdí para siempre… Fue el diablo el que mató a la vieja y no yo.” – Tomado de Crimen y Castigo – F. M. Dostoyevsky.
Publicado: octubre 30 de 2019
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