Mientras miles de compatriotas se manifestaron en numerosas ciudades, no solo de Colombia sino también de Estados Unidos y algunos países europeos en favor del Presidente Uribe; por supuesto, sin rayar paredes, lanzar bombas ni reventar a piedra nada que se les atravesara en el camino, pocos integrantes de la horda irracional que sigue la Colombia Humana del “señor de las bolsas” nuevamente hicieron presencia ante las cámaras de televisión, dando muestras elocuentes de la precariedad de sus almas.
Ante las arengas de “¡Uribe, paraco, el pueblo está berraco!” (¿Cuál pueblo?), esta vez sí hubo respuesta: #EstamosConUribe. Sí, el pueblo que vota, ese que vio cómo le robaban el Plebiscito hace 3 años, está con Uribe.
Volviendo a los seguidores de la Colombia Humana, habitualmente acompañados por uno que otro desadaptado que hace parte de uno que otro movimiento “social”, en esta oportunidad, mientras los más vándalos hicieron gala de su perenne salvajismo, los otros se quedaron viendo un chispero, porque no solo los contuvo la policía, sino especialmente, el comportamiento impecable de los uribistas que tanto detestan.
El que esos tipos, todavía enamorados de Chávez y la Revolución Cubana, desconozcan el avance de millones de personas en Colombia, estos sí verdaderos héroes que han salido adelante gracias al esfuerzo personal y a la vehemencia de su trabajo honesto, no quiere decir que los logros sociales que se viven en ciudades como Bogotá, Medellín o Barranquilla, se puedan pasar por alto.
Por fortuna no hubo nada que lamentar, pues aunque estemos “maduritos” para una confrontación de proporciones mayores que, ciertamente, el senador Cepeda Castro, así como los magistrados que citaron al Presidente Uribe y quienes están tras bambalinas en esta patraña judicial no creen posible, es evidente que el número de ciudadanos que no están de acuerdo con lo que la justicia está haciendo contra el hoy senador crece todos los días.
Es un hecho: millones de colombianos, hastiados con el comportamiento de algunos magistrados, cada vez más corruptos y entregados a ideologías políticas enterradas por la historia, desconfían de las instituciones judiciales de nuestro país.
En fin, más allá que se vuele “Santrich”, o que se vuele la señora Merlano, o que aparezca un video con Gustavo Petro como protagonista de un hecho que a todas luces no ha podido explicar, el comportamiento de la mayoría de los magistrados es el mismo: silencio duro y puro.
Por ese tipo de “detallitos” hay ciertas preguntas que me gustaría compartir con los lectores de este espacio de opinión, de cara al proceso contra el Presidente Uribe:
- ¿El ciudadano Iván Cepeda Castro tiene “corona” ante el poder judicial? ¿Acaso no están reglamentadas las visitas a las cárceles en Colombia?
- ¿Por qué el señor Cepeda puede entrar a cualquier cárcel del país, cuando y como le dé la gana? ¿Quién autoriza este tipo de visitas y con qué tipo de intereses?
- ¿Qué hay detrás de tanta insistencia por parte del senador Cepeda, de querer hablar con delincuentes que están condenados por delitos probados? ¿Les quiere pagar favores o desea inventarse el guión de una serie de narco-comunistas para venderla en Venezuela, Cuba o Nicaragua? (Porque Netflix es imperialismo puro, muy capitalista para él; aunque seguro está suscrito… Nada como la “coherencia” de los marxistas, ¿cierto?).
Desde siempre he cuestionado la existencia de la extrema izquierda disfrazada de colectividad política y “democrática”. Ese cuentico pueden echárselo a los comunistas nórdicos, cada vez más cuestionados y escasos; a mí no.
Con todo respeto: Imagínese, amable lector, que a cualquier ciudadano le diera por inventarse alguna patraña judicial como la que Cepeda ha montado contra Uribe; que le diera por buscar hampones en las cárceles para negociarlos como testigos, a través de testimonios retorcidos en contra de alguno de sus seres queridos o, Dios no lo quiera, de usted mismo. ¿Todos tan tranquilos? No es solo Uribe, podemos ser usted o yo.
Publicado: octubre 16 de 2019
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