El revés sufrido por el Centro Democrático era previsible. La colectividad uribista, tuvo un pésimo planteamiento de la campaña regional y adoptó un mecanismo de elección de candidatos insólito, que no se aplica en ninguna agrupación política del mundo: las encuestas.
La directora del Centro Democrático, Nubia Stella Martínez, es una personas trabajadora, que ha dado sobradas muestras de lealtad al presidente Uribe, pero es una perfecta desconocedora del quehacer político.
No tiene olfato, ni mucho menos capacidad real para manejar con criterio y sensatez a un partido que hace un año y medio ganó las elecciones presidenciales.
Centro Democrático es una colectividad que fue creada con vocación de permanencia. El presidente Uribe, frecuentemente, lo ha definido como el semillero de nuevos liderazgos. Iván Duque es fruto de ello. Su trayectoria pública era nula antes de 2014. Luego de su llegada al senado, de la mano de Uribe, se consolidó como una promesa política, gracias a su rigurosidad, profesionalismo, seriedad y liderazgo.
Decisiones erradas, que contradicen al ADN del Centro Democrático, se han encargado de desdibujar a la colectividad del presidente Uribe. Las listas abiertas a las corporaciones públicas, volvieron pedazos la disciplina partidista y la fidelidad doctrinaria. Gentes que otrora fueron furiosos críticos del uribismo, en un santiamén se cambiaron de traje para convertirse engañosamente en militantes del CD.
La teoría de los partidos políticos, enseña que hay distintos mecanismos para la selección de candidatos, tanto para los cargos uninominales, como para los plurinominales. Ya sea a través de consultas populares abiertas, de elecciones internas, de designaciones en convenciones partidistas o de la selección por parte de las directivas, los partidos escogen a sus aspirantes.
La directora Nubia Stella Martínez, creyendo que estaba ampliando la frontera del conocimiento, incorporó un nuevo mecanismo, que ha resultado evidentemente equivocado: las encuestas.
Es totalmente inaceptable que el partido del presidente Uribe hubiera caído en la trampa que le puso su propia directora. Las encuestas no son un mecanismo fiable para escoger candidatos, pues no reflejan las necesidades ni los intereses concretos del partido.
Álvaro Uribe es un hombre sereno y reflexivo en los momentos de dificultad. Su mensaje, una vez se conoció la estruendosa derrota de su partido, fue corto pero contundente: “Perdimos, reconozco la derrota con humildad. La lucha por la democracia no tiene fin”.
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Quien también debe saber leer el resultado, es la señora Martínez que en un gesto de gallardía está en la obligación de presentar su renuncia a la dirección del Centro Democrático. Los errores en política merecen una sanción. Por su naturaleza y talante, Uribe no moverá un dedo en procura de la salida de la directora del CD, pero ella, por responsabilidad con los millones de seguidores del uribismo y para no seguir haciéndole daño a la colectividad, tiene que proceder de manera consecuente a través de la presentación de su dimisión.
Hay quienes creen que renunciar es morir un poco. Aquella máxima, que es un espantoso elogio al egoísmo y a la mediocridad, no puede seguir imponiéndose en el Centro Democrático. La señora Martínez falló de manera grave y, en aras de la supervivencia del CD, su permanencia en la dirección de la colectividad uribista se hace insostenible.
Publicado: octubre 29 de 2019
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