En la Colombia actual para quienes se presentan como extrema derecha, todo lo que no sea lo que ellos quieren es el fin del mundo, su vocalización exagerada da pie para que la tilden de venenosa. La extrema izquierda peca por ignorancia y resulta esclava de la maldad que caracteriza su relación perniciosa y permisiva con el crimen organizado. Ambas extremas se nutren una a la otra para subsistir en un mundo donde el conocimiento, la ciencia y la tecnología avanzan vertiginosas, mientras la política se auto condena al oscurantismo y al ejercicio vicioso de la conducción de la sociedad.
La lucha entre derecha e izquierda consiste en que cada extrema pretende adueñarse de la verdad sobre la diferencia entre lo que es correcto y lo que no lo es, entre el bien y el mal. Y en esa puja de intereses extremistas, a veces individuales, se pierde el sentido del deber ser y del interés general, se hace relativa la diferencia entre lo correcto y lo corrupto.
Lucho y lucharé siempre contra el absurdo destructivo del comunismo, contra el socialismo tan idealista como lejano a la realidad de la vida, contra la corrupción y el abuso del poder; pero tampoco puedo ser ciego:
de mi padre, de mi maestro y de Uribe, aprendí que tenemos la obligación de defender los indefensos, las libertades y el sistema empresarial respaldado por ahorro, inversión y formación de capital con lo cual se generan los empleos y se habilita el consumo y se genera la confianza que mueve la economía.
Además, siempre vi que el obrar de quienes han sido mi ejemplo, apuntó, sin dubitación alguna a un infinito contenido de justicia, desarrollo y progreso social.
Su paso por este mundo, y espero que así sea el de mis hijos, siempre ha llevado el propósito de retribuirle a la sociedad, de sacar familias de la pobreza y de conformar una clase media sólida en el país y entre nuestros empleados.
Recordemos en el calor de una elección afectada por todo tipo de intereses y por quienes por ambición propia apelan a la dialéctica y a lo indebido validando la participación en política respaldada por las armas y el crimen, que luchamos contra la ignorancia y la ambición y no contra los ignorantes y ambiciosos, y que lo que una sociedad nunca puede hacer es caer en la anarquía, el totalitarismo o el populismo, pues estas formas destruyen sus principios, sus valores, su moral y el deber que todos tenemos de cumplir con las obligaciones cívicas que tenemos con la sociedad.
Luis Guillermo Echeverri
Publicado: octubre 31 de 2019
4.5