La comparación es demoledora. En el primer año del gobierno de Santos, hubo $250 mil millones de pesos destinados para publicidad oficial. En ese mismo periodo, el gobierno de Duque, gastó menos de $90 mil millones.
Los grandes medios de comunicación fueron los principales beneficiarios de la mermeladasantista. Las cabinas de radio, salas de redacción y estudios de grabación, fueron inundados con plata oficial.
Así, a punta de sobornos, Santos logró que buena parte de los medios del país se convirtieran en aliados suyos.
El caso más aberrante se presentó con la cuestionada revista Semana, medio de comunicación dirigido por el sobrino del expresidente, Alejandro Santos. Además de llenar de contratos a la casa editorial, el gobierno celebró un multimillonario contrato para rentar el viejo edificio de Semana, ubicado en una de las zonas más exclusivas de Bogotá.
En el último año de gobierno, Santos, para cerrar con broche de oro, le dio contratos cercanos a los $900 millones de pesos.
En el canal Uno, que está al borde de la quiebra, también cayeron chorros de mermelada. Existía un programa de temas agrícolas, de pésima calidad y con un rating de cero puntos, por el que los programadores de ese canal, recibían $8 mil millones de pesos.
Desde su llegada al gobierno, el presidente Duque tomó la sabia decisión de suspender la mermelada. Resulta inadmisible que decenas de miles de millones de pesos de los recursos públicos terminaran en manos de los dueños de los grandes medios de comunicación.
Nadie entiende que con plata pública, se subsidiaria el pago de nóminas gigantescas. ¿Cómo explicar que el moribundo Noticias UNO-noticiero que se emite dos veces a la semana- tenga más de 150 empleados?
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Las empresas deben ser rentables. Cuando dejan de serlo, o replantean su plan de negocios, o simplemente tienen que desaparecer. Gracias a la mermeladade Santos, buena parte de los medios de comunicación del país sobrevivían artificialmente.
Ahora, que se ha retomado la normalidad, empieza a verse la realidad financiera de muchos noticieros, periódicos y emisoras radiales.
El caso de la inminente desaparición del noticiero del activista del anituribismo, Daniel Coronel Castañeda, puso en evidencia que la mala prensa que ha recibido el gobierno de Iván Duque se desató, coincidencialmente o no, como consecuencia de la suspensión de la mermelada.
Nadie puede sorprenderse si a partir del anuncio del cierre de Noticias UNO, desde la revista Semanay el propio noticiero en cuestión, se desate una ofensiva de mala prensa contra el gobierno nacional.
Duque es un presidente íntegro. Seguramente ha cometido muchos errores y no son pocas las decisiones equivocadas de él y de sus ministros. Pero nadie puede dudar de su integridad y verticalidad.
El costo que ha tenido que asumir por suspender la pauta oficial en los grandes medios de comunicación, es elevado y aquello seguramente a ayudado a aumentar su nivel de impopularidad.
Pero la decisión adoptada por él es muy sana. Los medios de comunicación privados, deben funcionar como cualquier otra empresa, sin descuidar sus balances, ni perder de vista la rentabilidad de su operación. Santos, en su desbordada sed corruptora, logró comprar a buena parte de los grandes medios de comunicación, pero al final terminó haciéndoles un daño irreparable, pues acostumbró a sus directivos a llenar sus arcas con dinero público, con el que infló irresponsable y ficticiamente las cuentas bancarias de los mismos.
Publicado: septiembre 5 de 2019
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Es un presidente con escaso liderazgo, débil, muy torpe, ni genera confianza ni alegría. Aunque es ni presidente así no me guste
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