Con una población que sobrepasa a los 7 millones de habitantes, Bogotá es una ciudad que requiere una gerencia de altísimo nivel para evitar un colapso, como el que se registró durante las oscuras alcaldías de la izquierda, en cabeza de Luis Eduardo Garzón, Samuel Moreno y Gustavo Petro.
Es indiscutible que Enrique Peñalosa no ha sido un mandatario con buenos niveles de aceptación, pero no es menos cierto que el alcalde no la tuvo fácil: le correspondió entrar a reconstruir a una ciudad con una infraestructura vial despedazada, políticamente fraccionada, financieramente menoscabada y socialmente polarizada, como consecuencia de la irresponsable administración de Petro, quien convirtió a la capital de la República, en una cueva de Rolando.
Bogotá ha sido el hogar adoptivo de millones de colombianos y de otros tantos que, habiendo nacido en la capital, nos criamos en la provincia. En Bogotá estudié mi carrera y, luego, fundé mi firma de abogados. Es mucho lo que le debo a esa ciudad, que se merece el mejor de los destinos.
A pocas semanas de las elecciones, las encuestas reflejan que la señora Claudia López, que desde el comienzo de la contienda puntea en los sondeos de opinión, está sufriendo una estrepitosa caída. La causa de ese marchitamiento es evidente: los electores le están pasando cuenta de cobro a su incoherencia, falta de tacto y carencia absoluta de inteligencia emocional.
Una ciudad que maneja un presupuesto de cerca de $25 billones de pesos tiene que ser liderada por una persona capaz de administrar una compleja colección de dificultades sociales, garantizar la seguridad y propender por un desarrollo sostenible.
Claudia Nayibe, como se conoce popularmente, no tiene experiencia alguna en gestión pública. Así lo niegue recurriendo a alaridos y agresiones verbales, la única vez que ocupó un cargo de responsabilidad, terminó sancionada por la Contraloría Distrital.
Desde siempre, he visto con simpatía la candidatura de Miguel Uribe Turbay. Adicional al hecho de que por sus venas corra la sangre de una casta política responsable de grandes aportes a nuestra democracia, él es un candidato con peso específico, que elaboró y está presentando un programa de gobierno idóneo para satisfacer las necesidades de Bogotá.
No podemos improvisar, ni permitir que la ciudad dé un nuevo salto al vacío. No hemos terminado de recuperarnos de la debacle de Petro, y estúpido sería permitir que su aliada, Claudia López, sea la próxima alcaldesa.
Las fuerzas políticas entienden la realidad. El Centro Democrático, consciente de la situación electoral, tomó la inteligente determinación de endosar su apoyo a la candidatura de Miguel Uribe. Decisión similar adoptaron otras colectividades que tienen amplia representación en Bogotá.
Sobre Carlos Fernando Galán, me limitaré a decir esto: el único “mérito” que tiene es ser hijo de Luis Carlos Galán. Los colombianos hemos pagado con creces la muerte del caudillo liberal, alimentando los últimos 30 años a toda su familia, quienes no han podido idear otra forma de sustento distinta a vivir de la “teta del Estado”. Claudia López podrá ser lo que sea, pero nadie le ha regalado nada, como a los galancitos. Además, no le queda bien a esa familia seguir sacándole provecho a la muerte de Galán; ya está bueno. Que aprendan de Miguel Uribe, cuya madre también fue víctima mortal del narcotráfico, pero él no anda por ahí aprovechándose de eso para ser alguien: ese muchacho tiene vuelo propio. Me ha sorprendido gratamente su solvencia moral e intelectual, y, sobre todo, su vasto conocimiento sobre las necesidades de Bogotá y la respectiva solución a sus problemas.
Volviendo al tema central: una victoria de Claudia López, significarán 4 años de bandazos, de toma de decisiones desesperadas y de adopción de políticas públicas que agudizarán la polarización.
La ciudad necesita que al frente de ella esté un gestor con conocimiento de los temas gruesos, con experiencia probada y capacidad de sacar adelante sus iniciativas más importantes. La persona para hacer realidad ese propósito es Miguel Uribe, que se desempeñó con lujo de competencias en la Secretaría de Gobierno.
Seis semanas nos separan de las elecciones. Eso, en política, es una eternidad. La tendencia estadística nos muestra que, mientras la señora López se desinfla aceleradamente, el candidato Miguel Uribe crece exponencialmente. Por el bien de la ciudad, que es un reflejo de la multiculturalidad de nuestro país, hago fuerza para que su próximo alcalde sea Miguel Uribe Turbay.
La ñapa I: Ya era hora de que la malhadada JEP tomara una decisión más jurídica que política: bien expulsados de esa mal llamada jurisdicción para la paz Santrich y el Paisa. No obstante, ese “tribunal” fue incapaz de aplicarle la misma dosis al “muy inocente” Iván Márquez. Lo que hicieron con la mano lo deshicieron con el codo.
La ñapa II: De acuerdo con el presidente Uribe: a muchos jóvenes incautos no les contaron bien la historia.
Publicado: septiembre 15 de 2019
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