Sin lugar a dudas, la semana pasada fue una de las más complejas y difíciles para los ciudadanos de a pie de Bogotá, si no la más, en lo que va corrido del 2019.
Por cuenta de la combinación de las diferentes formas de lucha, Bogotá vivió el paro de buses, en primera instancia. Luego, por los disturbios presentados en las universidades públicas.
Este tipo de movimientos de las universidades públicas tienen su origen en 1971 cuando los estudiantes de la Universidad Nacional, de ese entonces, decidieron hacer un paro nacional.
En efecto, según Diego Betancur, Memorias prematuras, La Nacho mi universidad, 15 de octubre, 2017, El Espectador, este movimiento estudiantil fue inspirado por un alemán Daniel Cohn, Daniel el Rojo, quien lideró una revuelta en Alemania para terminar en Francia en lo que se conoce como Mayo de 68, Paris Brule.
Los estudiantes de la Nacional del 71, se solidarizaron con el movimiento Quintin Lame, de donde nace el CRIC, Consejo Regional Indígena del Cauca.
En 1971, los estudiantes luchaban por la causa universitaria. Según Betancur, la anterior fue una época de hervidero político sustancial a la UN; luchamos con denuedo por la financiación estatal de la universidad pública para la ampliación de cupos destinados a más estudiantes de provincia, a fin de que no se recorte el presupuesto para la investigación.
Es decir que, desde 1971, las universidades públicas vienen con el tema del presupuesto, lo que ellos llaman la financiación estatal.
Sin embargo, las universidades públicas han sido invadidas por sectores de izquierda anarquistas al mejor estilo de Bakunin cuya principal tesis consiste en promover el anarquismo y el ateísmo: es, por lo tanto, el Estado, con sus consecuencias, Ley, Gobierno, Coacción, y no la Sociedad, lo rechazado y combatido por Bakunín.
En el 2019, quienes promueven los disturbios en las universidades públicas se rigen más por esta filosofía anarquista.
De tal forma que lo que estamos viendo y viviendo no es más que el resultado de la incubación de los movimientos guerrilleros urbanos con el fin de generar el caos social, político, económico, como se vive en la zona de la Universidad Pedagógica en Bogotá, Calle 72.
Lo anterior, por lo demás, corresponde al clásico plan estratégico de las Farc, Renacer, formulado por Alfonso Cano, gran amigo de Iván Márquez, hoy en la clandestinidad, en donde la combinación de las diferentes formas de lucha, militar, político, social, sostendrá el esquema básico de la Guerra Popular Prolongada, GPP; sumado al modelo insurreccional.
Del primero, se preveía el uso de las diversas formas de lucha, tanto política, como militar. Se trabaja con ahínco el paulatino cercamiento de las ciudades desde el campo, en este caso desde las universidades públicas, con el fin de promover la insurrección general frente al Estado, Bakunin.
El problema o la amenaza para el Estado colombiano consiste en que estos movimientos urbanos son cada vez son más violentos y anárquicos como lo vimos la semana pasada cuando los estudiantes de la Universidad Pedagógica trataron de voltear y quemar un bus del SITP.
Lo más triste, por lo demás, es ver cómo esos estudiantes son vilmente manipulados por profesionales de las milicias urbanas al mejor estilo de los niños palestinos quienes son utilizados como yihadistas en contra del Estado de Israel.
Estos primíparos, as, universitarios son vacunados desde que ingresan a las universidades públicas para participar o coparticipar en estos movimientos anarquistas que siembran el caos en la capital de la República, como sucedió con la destrucción de las instalaciones del ICETEX, durante la “pacífica” marcha estudiantil del viernes, 27 de septiembre.
De otra parte, los rectores de estas universidades, con su rabo de paja frente a esta circunstancia que afecta no solo a los mismos estudiantes, sino a la comunidad en general.
Deberían, ellos, a su vez, realizar campañas de concientización al inicio de cada semestre con el fin de sensibilizar a sus mismos alumnos que el uso de la fuerza por parte de estos movimientos anárquicos solamente conduce a la estigmatización por parte de una sociedad que cada vez se encuentra más temerosa frente a estos hechos que traspasaron hace rato del vandalismo, de la protesta social al terrorismo urbano insurreccional.
Finalmente, con el debido respeto hacia el presidente Iván Duque, o el Estado se amarra bien los pantalones o veremos cómo estos movimientos insurreccionales se irán tomando fuerza y ventaja en contra de la debilidad del mismo.
Puntilla: ¿Sembrando el tapete rojo para las elecciones regionales de octubre 2022?
Publicado: octubre 1 de 2019
3.5