Siempre al igual que el presidente Uribe tuve la capacidad de ver el futuro, anticipándonos a los hechos de todo lo que está sucediendo con el proceso de paz con la Farc. Pero yo soy solamente un simple ciudadano, común y corriente, sin embargo logre vislúmbralo a tiempo en alguno de mis artículos publicados en la página digital Los Irreverentes.
Pero en cambio, que era necesario, se dejó de oír (hoy los colombianos se arrepienten) la palabra poderosa y veraz del presidente Uribe, que lo señalaba a cada instante de la vida nacional. Incluso muchísimo antes que se firmaran los acuerdos de La Habana. Entonces se le tildó de guerreristas, de enemigo de la paz, y Santos muy astutamente (la astucia puede usarse también perfectamente para el mal) tomó el discurso de enemigos y amigos de la paz, consiguiendo los aplausos equivocados de esa gran parte de los colombianos que hoy se arrepienten de ello. Y no tuvieron la capacidad de ver el futuro, virtud que solo tienen los líderes y el pueblo que los sigue.
Hoy sucede lo que dijo el presidente Uribe, la impunidad no traería otra cosa que la repetición y el mal ejemplo para todos los colombianos.
Lo que está pasando con el Acuerdo tiene varios culpables, aunque su principal, si es que se necesita señalarlo, no es otro que Juan Manuel Santos (no soy capaz de decirle presidente), es la cabeza superior de la culpabilidad, secundado por un grupo de áulicos, que la potente voz del pueblo (nunca la voz del pueblo fue tanto la voz de Dios) tuvo la visión decir NO cuando se les pregunto si querían la paz de Santos.
Pero posteriormente el acuerdo pudo poder salvarse si el engendro de la JEP (yo sabía que sí lo era, posteriormente quedo demostrada su monstruosidad) hubiese tenido la sindéresis y el sentido común de corregir lo errores de un mal acuerdo impartiendo verdadera justicia, al permitir y ser tan laxos con todo lo que paso con los guerrilleros negociadores en la Habana que desertaron e incumplieron el acuerdo.
Y no solamente a la JEP, también la Corte Suprema de Justicia hubiera podido enmendar los errores de ambos; los de Santos y la JEP, que se equivoca también al reconocer la impunidad como un mecanismo para producir paz, dejando fugar al tal Santrich y haciendo caso omiso a los testimonios del sobrino de Iván Márquez.
Culpables también los medios (ya hoy se sabe porque lo hacían, estaban comprados) convirtiendo en un héroe no solo a Santos sino a los criminales guerrilleros, premiando el delito, cuyos efectos a largo plazo harán más daño en nuestra juventud que la misma pólvora, porque el mal ejemplo de la impunidad y el crimen quedan tipificados como aceptados y bien vistos.
Entonces el tiempo, ese gran maestro de la verdad, da la razón a ciudadanos comunes y corrientes como yo, pero sobre todo al presidente Uribe cuando dice: “No hubo proceso de paz, sino una desmovilización con un alto costo institucional para Colombia”
Publicado: septiembre 12 de 2019
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