El periodismo colombiano está atravesando una grave crisis de credibilidad, por eso no sorprende que tantos prefieran mal informarse a través del WhatsApp.
No es un secreto que el periodismo colombiano está atravesando una crisis no ya simplemente económica, sino de credibilidad, lo cual es mucho peor. Y como una dura comprobación se llegan a juntar noticias cuál de ellas más grave. Para la muestra, bastan estas tres: 1) catorce periodistas están siendo investigados por recibir pagos de Odebrecht; 2) el noticiero de Yamid Amat recibió 15.000 millones de mermelada santista mediante contratos de propósitos muy gaseosos y 3) Noticias Uno sale del aire.
En cuanto al primer caso, el país debería estar ansioso por conocer los nombres de esos catorce periodistas prepago que se pusieron al servicio de la multinacional brasileña porque eso daría buena cuenta de algunos medios que difunden noticias falsas (fake news) y retuercen la realidad a su antojo no solo por motivos pretendidamente ideológicos sino por intereses monetarios también. Ya se conoció un primer nombre: el de un editor de la revista Semana, la misma que en la campaña presidencial de 2014 adulteró la transcripción del audio de un video en el que Óscar Iván Zuluaga pregunta por el golpe que puede dar la campaña de Santos y lo tergiversan sugiriendo que es él quien lo va a dar: «Queda un mes para dar un golpe, hermano». La misma en que el columnista Coronell publica una chuzada al expresidente Uribe alterando el sentido de una frase sin siquiera sonrojarse: Uribe dice «hay que evitar que quemen eso», pero este individuo escribe «hay que solicitar que quemen eso». ¿Ese periodismo canalla es el que el Grupo Gilinski salvó de la quiebra?
El caso de Yamid Amat no es menos grave. Se revelaron varios contratos recibidos del gobierno Santos por valor de 15.000 millones, provenientes del Ministerio de Agricultura. No sabemos qué pueda necesitar ese ministerio de un noticiero, pero supongamos que la empresa de televisión podría producirle una serie de videos sobre ordeñar burras, inseminar vacas, hacer mermelada y mil cosas más. Algo así como el «Profesor Yarumo» de hace unas décadas. Sin embargo, los objetos de los contratos son tan vagos que servirían para justificar cualquier cosa, como por ejemplo ese de «difundir acciones de políticas de capacidad productiva», firmado por un monto cercano a los 8.000 millones. Y pensar que Andrés Felipe Arias está pagando 17 años de cárcel por el escándalo de Agro Ingreso Seguro a pesar de que la mismísima Corte Suprema reconoció que no se robó un solo peso ni se perdieron recursos de esa misma cartera, la de Agricultura. ¿Tendrá eso que ver con el santismo arrodillado que caracteriza a ese noticiero? ¿Con las encuestas evidentemente amañadas que difunden a diario?
El tercer caso es patético por el lloriqueo de tantas plañideras ante el cierre de Noticias Uno, otro informativo santista, de orientación izquierdista y editorialmente enfocado a combatir sin objetividad alguna al expresidente Álvaro Uribe. Un noticiero propiedad del mayor detractor del expresidente, como es el columnista de marras, mencionado atrás. Y no se acaba por censura, como creen algunos despistados, sino porque ese periodismo carroñero y malintencionado no les interesa sino a las minorías de izquierda, y sus registros de sintonía (rating) son minúsculos y no llaman la atención de los anunciantes.
Dicen algunos que se trata del noticiero más premiado y, por tanto, el mejor de los informativos, pero eso solo confirma que las entidades y jurados que otorgan esos premios carecen de idoneidad. De ser premios que, a decir de muchos, no se le niegan a nadie, pasaron a ser reconocimientos de la izquierda para la izquierda que solo tienen por objeto validarse a sí mismos ante una ciudadanía incauta. Como fuere, quienes están contentos por la salida de este noticiero no deberían anticiparse a los hechos: la izquierda siempre encuentra algún Santo Domingo o algún Soros que le tire un salvavidas. Incluso, podría ser que aun existan por ahí recursos de su mecenas fundador, don Pastor Perafán, y se valgan de esos dineros de nuevo. Porque, entendámoslo bien: el único periodismo que puede hacerse hoy es el que ensalza las políticas de izquierda. Algo tendrá que ver todo eso con que, según el último Gallup Poll, los medios tengan una imagen favorable de apenas el 51 %, y ya la desfavorable sea del 45 %. No sorprende, entonces, que tantos prefieran mal informarse a través de los rumores y chistes que hierven en WhatsApp.
Publicado: septiembre 11 de 2019
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