Para nadie es un secreto que la candidata Claudia Nayibe López tiene como norma general de comportamiento, reaccionar con soberbia y agresividad cuando se le hace cualquier tipo de cuestionamiento.
El episodio de los precios de los pasajes en Transmilenioy SITP, no habría sido un asunto de mayor relevancia, si la agresiva candidata a la alcaldía hubiera asumido con humildad su equivocación.
Lo verdaderamente desconcertante, fue su excusa cuando el entrevistador puso en evidencia el desconocimiento de unos datos que cualquier persona que aspire a gobernar a Bogotá, debe conocer.
La soberbia es síntoma inequívoco de la incapacidad que alguien tiene para reconocer sus propios errores y falencias.
Claudia Nayibe, una mujer que frecuentemente incurre en contradicciones, que dice y se desdice, que alaba a aquellos que ayer insultaba y que vitupera a quienes en el pasado han sido sus aliados, ha dado sobradas muestras de incapacidad para ejercer un cargo de la responsabilidad que trae consigo la alcaldía de Bogotá.
Nuestra ciudad capital no puede quedar al mando de una persona con experiencia nula en gestión pública y que la única vez que tuvo un cargo ejecutivo, terminó sancionada fiscalmente, por malos manejos del presupuesto público.
Para gobernar a un lugar con las complejidades que tiene Bogotá, además de preparación académica, se requiere talento, talante y destreza, tres características de las que evidentemente carece Nayibe López, una mujer que ha ocupado más titulares de prensa por sus insultos, calumnias y agresiones verbales, que por sus propuestas inteligentes y reposadas.
Es cierto que las encuestas dan como virtual ganadora a la López. Pero no es menos cierto que desde hace 3 meses, ella viene en caída, pues empezó la campaña en lo que los expertos denominan “su techo”, mientras que su rival principal, Miguel Uribe Turbay, ha observado un crecimiento impresionante, sobre todo desde el momento en que el uribismo anunció que apoyaría decididamente su candidatura.
Los buenos aspirantes son aquellos que pasan los exámenes en tiempos de campaña y no los que lanzan más insultos y agreden a sus rivales, como se le ha visto a la intemperante Claudia Nayibe López Hernández. A la hora de la verdad, la candidata que ayer era petrista y hoy intenta infructuosamente desmarcarse del exterrorista del M-19, ha demostrado ser una desconocedora de los asuntos neurálgicos de la ciudad, hecho que es mucho más grave que el episodio de los tiquetes de bus.
La situación no tiene matices: o Bogotá continúa en la brega por salir del fango en el que la izquierda la introdujo, eligiendo a Miguel Uribe o, por el contrario, vuelve al hoyo permitiendo que Nayibe sea la próxima alcaldesa.
Lo cierto es que si la segunda opción es la que se impone, los bogotanos tendrán que hacerse a la idea de que su ciudad quedará en manos de una mujer que mimetizará su ignorancia a punta de insultos, alaridos y malos tratos.
Publicado: septiembre 18 de 2019
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