No hay un político en la historia reciente de Colombia con mayor prestigio que el presidente Álvaro Uribe, un hombre que trabaja sin descanso, siempre buscando escenarios en los cuales pueda exponer sus ideas y propuestas.
No evade debate, ni rehúye la confrontación política, siempre observando respeto hacia sus contradictores quienes normalmente -y ante la falta de argumentos- echan mano del insulto, la calumnia y la difamación.
Ha sido víctima de los peores montajes. Desde los años 80 del siglo pasado, sus contradictores han querido acabar con su vida. Son muchos los atentados en su contra, la mayoría de ellos perpetrados por los terroristas de las Farc, banda de mafiosos que fue amnistiada por Juan Manuel Santos.
Dado que no pudieron acabar con su vida, sus enemigos lograron corromper a algunos miembros de la rama judicial, con el propósito de prefabricar procesos judiciales cuyo fin es el de conducirlo a una cárcel. Con el paso del tiempo, la verdad ha aflorado y se ha conocido la verdad.
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Uribe, quien ya ocupó la más alta dignidad dela República y que tiene ganado un lugar en la historia latinoamericana, en vez de pasar al retiro, considera que su responsabilidad con el país no ha terminado, razón por la que tomó la decisión de continuar en la batalla política, liderando su partido, impulsando a sus candidatos, llevando a todos los rincones del país el proyecto político del Centro Democrático, colectividad que en tiempo récord se consolidó como el primer partido de Colombia.
Es evidente que muchos oportunistas políticos se han acercado a Uribe única y exclusivamente para sacar provecho de su colosal prestigio político. No son pocos los “colados” que hay en el Centro Democrático que, a punta de artimañas, han logrado ser incluidos en las listas del partido.
Resulta frustrante que mientras Uribe se emplea a fondo para lograr la consolidación de su colectividad, políticos profesionales y personas cuestionables desde todo punto de vista, intenten convertir al Centro Democrático en una central de avales, comportamiento deleznable que va en abierta contravía de los postulados del expresidente y Senador de la República.
Lo cierto es que los ataques arteros que ha recibido no han menoscabado su fortaleza. Uribe es y seguirá siendo un titán de la política colombiana. Los montajes no solo no lo amilanan, sino que lo llenan de entusiasmo para seguir en la brega. Y, como siempre, el pueblo termina agradeciéndole en las urnas, donde él y su partido absolutamente siempre obtienen resultados formidables.
Una y mil veces, sus seguidores, sus copartidarios y amigos, exclaman ¡Gracias, presidente Uribe! Gracias por seguir liderando a millones de colombianos, por dar ejemplo de coherencia y verticalidad.
Publicado: agosto 16 de 2019
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