El tribunal superior de Bogotá ha dejado en firme la decisión de primera instancia de precluir la investigación penal que se adelantó en contra Luis Alfonso Hoyos, guía espiritual de Óscar Iván Zuluaga, por el caso del hackerSepúlveda.
Con esa decisión, queda confirmado el montaje brutal que se hizo en contra de la campaña presidencial uribista de 2014, cuando desde distintas entidades estatales, léase Casa de Nariño, Dirección Nacional de Inteligencia y Fiscalía General, se urdió y puso en marcha un plan criminal para desacreditar al candidato del Centro Democrático.
Nunca se sabrá por qué el señor Luis Alfonso Hoyos, recurrió a los servicios profesionales de un sujeto de la catadura de Andrés Sepúlveda, permitiendo así que ese individuo pudiera ingresar a la campaña de Zuluaga.
Según varias personas que hicieron parte de aquella aspiración presidencial, el propio Hoyos le otorgó un peso específico inmerecido e injustificable a Sepúlveda, persona a la que él mismo se encargó de llevar a diversos medios de comunicación y de, al decir popular, empoderar exageradamente.
Si algo hay que reprocharle a Hoyos, es su estulticia, pero aquello no está tipificado en el código penal.
Lo cierto e incontrovertible es que la campaña de Zuluaga, en lo que respecta al caso del supuesto hacker, no tiene nada más que explicar. Ha quedado claro que esa candidatura se dejó embaucar por Sepúlveda, un charlatán al que Luis Alfonso Hoyos, torpe e inexplicablemente, sobrevaloró.
Mirándolo con ponderación y serenidad, es fácil concluir que el uribismo perdió las elecciones de 2014 por cuenta de ese escándalo. Una vez fue publicado el video del hacker, en el que aparece un embelesado Óscar Iván Zuluaga oyendo las opiniones de ese sujeto, el candidato literalmente entró en pánico y no supo enfrentar la crisis. Esa reacción, para muchos desconcertante, fue la que a la postre terminó por costarle la presidencia en la segunda vuelta de 2014.
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Pasaron 5 años y hasta ahora la justicia toma una decisión definitiva sobre Luis Alfonso Hoyos, quien desde el momento mismo en que se supo que su actuación como guía espiritual de Óscar Iván Zuluaga estaba siendo objeto de investigación, decidió ir a los Estados Unidos, país en el que inició un trámite de asilo -el cual no fue resuelto por las autoridades migratorias de ese país-.
Por elemental sentido común, si la investigación contra Hoyos ha quedado en firme, lo mismo deberá suceder con los procesos que se adelantan en contra de Zuluaga y su hijo David, quienes también fueron enredados en sendas investigaciones penales.
Lo que nadie puede entender es que la justicia, abiertamente politizada, se haya valido del episodio del hacker, para abrir un expediente contra el presidente Uribe, quien no tuvo participación ninguna en la toma de decisiones en el seno de la campaña de Zuluaga. De hecho, no son pocos los que aseguran que, por instrucciones del gerente de la misma, David Zuluaga, el presidente Uribe fue groseramente alejado y excluido.
Nada supo el expresidente ni del hacker, ni del publicista contratado a instancias de Odebrecht, el cuestionado DudaMendonça, sujeto que llegó a la campaña de Zuluaga con la premisa de que había que “desuribizar” el discurso del candidato.
A nadie extraña que Santos, su director de inteligencia -el almirante Echandía-, Montealegre y Perdomo, se hayan concertado para montar la farsa del hackerSepúlveda. Se trató de un montaje burdo, ramplón, pero que logró su cometido: evitar que el uribismo se alzara con la victoria en las elecciones de 2014.
Publicado: agosto 23 de 2019
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