Un curioso y siniestro personaje escuchó apartes de una explicación que daba sobre los cambios que los actos de corrupción producen en el cerebro. Les decía a mis escuchas que anhelaba el día en que los adelantos de la tecnología permitieran identificar a priori los cambios estructurales del encéfalo del corrupto. Con novedosas imágenes de resonancia magnética funcional revelar las áreas cerebrales estimuladas y encendidas por el ilícito. .En esta forma, podíamos diagnosticar las personas proclives a la corrupción. Lo llamaríamos “estudios de tamizaje ético”. Así, tendríamos argumentos biológicos para inhabilitar de por vida cualquier aspiración a cargo público de esta población detectada. El interlocutor recién llegado, le pareció interesante la explicación y en forma jocosa comento: “si me hacen ese examen verán cómo se incendia mi cerebro”. ¡Vaya autocritica de quien aspira hoy a un cargo de elección popular! Imaginaba el cuerpo de bomberos ético intentando apagar tanta maldad en un candidato.
Ucrania es un país desconocido para todos. Su Presidente saliente, cuentan los medios, batió todas las marcas de corrupción. Su país reacciono decoroso. Con dignidad, lo sanciono en el debate electoral pasado. Eligió a un actor de televisión, quien hacia el papel de un honesto profesor de historia de una escuela secundaria, como nuevo Presidente. En la serie, el comediante Volodimir Zelenski convierte viral en su país un discurso contra la corrupción que utilizo en uno de los capítulos de la serie televisiva. .Con esto, gana las elecciones. La conducta colectiva sigue ese discurso y el liderazgo moral del mensaje convierte al comediante en nuevo mandatario: sanciones ejemplarizantes y cero impunidad. ¡Ejemplo digno de imitar! Ya en la vida real y siendo Presidente sus asesores le informaron la necesidad de enviar a los despachos públicos su retrato imitando la foto institucional que tradicionalmente los presidentes envían a las agencias del gobierno.
Con sentido común y negándose a ser modelo de paredes de los despachos reacciono diciendo que él prefería otra imagen. Cada funcionario a cargo de una dependencia colocaría mas bien la foto de su esposa e hijos para que cada vez que estampara su firma pensara, viendo a su familia, en las consecuencias de sus actos. Les recordaba a los subalternos el significado de la familia como primer anillo de integridad en todos los actos públicos. Si alguien viendo la foto de sus hijos, no recapacita o medita sobre la trascendencia de sus actos, debemos aceptar que los valores morales en este país se desmoronaron.
Las imágenes hacen parte de algo prodigioso que el cerebro cumple, la memoria visual como determinante de la conducta humana. Ver una estampa religiosa nos obliga rezar; un crucifijo, la veneración al coraje y al sacrificio. Retrato de la madre: generosidad y entrega. La foto, la de la esposa y los hijos, debe ser la inspiración para que todos los actos de la vida se hagan con la pureza y firmeza de nuestro comportamiento paternal.
Quizá no tengamos aun la resonancia magnética funcional para detectar a los corruptos pero si llevamos en nuestra memoria la imagen de la familia como GPS y sus vínculos afectivos como coordenadas en esta ruta vital nuestro proceder será decente y sus lecciones éticas perdurables.
Publicado: agosto 9 de 2019
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