Hace ya un año, en un día lleno de presagios, que hasta el clima fue testigo, tomó posesión el presidente Iván Duque Márquez. Ese día en un ambiente de lluvias torrenciales (yo estaba en la plaza de Bolívar entre los invitados), y de una atmósfera huracanada como si acaso el cielo y la divina providencia quisieran borrar el terrible pasado del gobierno que se recibía, el también presidente entrante del senado, el senador Macías, cuya legislatura había empezado unas semanas antes de la posesión presidencial, hacía con mucha certeza un diagnóstico del desastroso país que recibíamos.
Y el diagnóstico no lo hizo el presidente Duque (como se supone debería ser), por ser un hombre extremadamente decente y legalista, y que sabía de sobra lo que recibía, pero que venía con su juventud, sus muchos conocimientos, y la certeza que lo recibido por muy nefasto que fuere se puede cambiar. Hoy un año exacto después, el balance ha sido muy positivo a pesar de las adversidades y de una oposición desenfrenada, energúmena e ilógica.
Los logros no solo son muchísimos, sino de tal contundencia que el país no creo vuelva ser el mismo, dado el estilo marcado que dejará una huella, ya que cambia las malas costumbres políticas, tan enquistadas que parece más como si se estuviera haciendo un exorcismo.
Creo que tal vez el más importante de los logros; el de acabar con la “política de la mermelada”, el de no comprar la conciencia del legislativo y del poder judicial a punta de prebendas. El gobierno saliente no hizo otra cosa para aprobar los más aberrantes proyectos, el uso desmedido de la plata de los colombianos y del supremo poder del que esta envestido el ejecutivo para lograr sus propósitos.
Como también devolverle al poder judicial la independencia perdida, respetando la autonomía en la toma de las decisiones judiciales .En el gobierno saliente esas relaciones oscuras parecían más una película de la Cosa Nostra.
Y entre ellos también uno de mucha importancia; los del Cuarto Poder, los medios (da dolor) fueron cooptados y se encargaron dada la importancia de su opinión de apoyar todas las aberraciones que hoy sufre la nación; crecimientos de los cultivos de coca, el aumento de la producción de cocaína, apoyo a la impunidad de tantos crímenes de lesa humanidad, como la despreocupación y el abandono mediático a las víctimas.
Hoy las cosas todavía no son color de rosa ni lo van a ser en el mediano plazo porque no es cosa fácil en cuatro años recuperar un Estado en situación casi fallida, provocados en los ocho años del saliente periodo presidencial. Pero como en la Caja de Pandora, que aunque cuando se abre siga saliendo tanta podredumbre, existe la esperanza y el buen juicio de un presidente que esta cambiando para bien la vida de los colombianos.
Publicado: agosto 15 de 2019
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