Evaluar a los gobernantes es la tarea más compleja si se hace objetivamente, alejado de intereses de todo orden, pero sobre todo, evaluar sin meterle los intestinos del odio.
El inicio de gobierno del presidente Iván Duque generó expectativas superiores, especialmente entre sus seguidores, los uribistas; quienes veníamos de una larga batalla de oposición contra un gobierno que sobrepaso límites legales, éticos y morales para mantener su gobernabilidad.
El equipo asesor del presidente lo indujo a cometer un error irreparable iniciando su gobierno, pretender seducir a sus enemigos políticos invitándolos a la Casa de Nariño con Timochenko a bordo para pactar un proyecto que había sido derrotado en las urnas. Ese hecho fisuró de inicio la credibilidad entre el sector radical del uribismo.
El uribismo tiene diferentes matices. Por ejemplo: los empresarios e industriales son gobiernistas, pero en privado y cuando les toca definir en voto en las urnas por candidato presidencial lo hacen en su mayoría por el candidato que apoya el expresidente Uribe. Ese gremio, poderoso e influyente, tiene una buena percepción del primer año de gobierno de Duque, más no de su gabinete.
Los uribistas de derecha, liderados por el doctor Fernando Londoño Hoyos, esperaban del presidente Duque, acciones y hechos concretos contra la jurisdicción especial de paz (JEP) que terminó desbordando funciones, encubriendo a los delincuentes y terroristas de las Farc, y lo inesperado, metidos en líos presupuestales y de corrupción. En este escenario el presidente ha sido prudente, tan prudente que terminó pareciéndose a Santos.
Los uribistas de centro son los que siguen creyendo en el presidente Duque, en su forma y estilo de gobierno, que en algunas ocasiones es incomprendido y mal interpretado. Este sector del uribismo sabe que Duque puede dar más y dará resultados para el bien del país en materia económica, relaciones exteriores, y en temas que no son simpáticos ni importantes para la opinión pública, como la implementación de la economía naranja que generará empleo en pocos meses.
Para los uribistas militantes, los políticos, los activos, los troperos, los que asumían semana tras semana la batalla para defender el uribismo y la institucionalidad del Centro Democrático, la situación es contraría. Ellos, los que hacen parte de la bancada congresional, diputados, concejales, y activistas reconocidos en las regiones, el entusiasmo comienza a diezmarse, sobre todo cuando pasa el calendario y en los puestos de representación sigue en manos de santistas reconocidos.
También es cierto que nos ha tocado tragarnos sapos en silencio con nombramientos de personas desconocidas dentro del uribismo o que no tienen representación. Sencillo: los uribistas esperan ocupar los puestos en las regiones; esa es la esencia de la política y del debate electoral, gobernar con los amigos, es lo mínimo.
Ahora, personalmente creo que el inicio del gobierno de Iván Duque no ha sido fácil, la casa estaba desbaratada, casi desmantelada, las finanzas del Estado fueron feriadas para comprar el apoyo del acuerdo de impunidad; por ese festín pasaron los que hoy son los más rabiosos opositores del gobierno de Duque, y otros, que pasan de agache, siguen beneficiándose de un gobierno que no les pertenece políticamente.
Al presidente no se le ha reconocido un hecho histórico, romper el concubinato entre el ejecutivo y el legislativo que involucraba la compra y venta de votos para aprobar la agenda legislativa del gobierno con contratos y cupos indicativos, fuente de corrupción, generadora de todos los males del Estado.
Personalmente esperaba más de Duque en su primer año, pero tengo que ser honesto y claro en esta tribuna de opinión: es difícil evaluar al presidente Duque sin compararlo con el expresidente Uribe.
Creo que sería un error no cambiar algunos ministros que pueden ser muy brillantes en el campo académico, pero torpes e inoperantes en el mundo administrativo y político, distantes en la relación necesaria con los congresistas, gobernadores, alcaldes y líderes comunitarios y regionales.
Son tan insustanciales algunos ministros que se me hace imposible recitar el nombre de todo el gabinete presidencial.
Publicado: agosto 6 de 2019
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