Cuando el presidente Álvaro Uribe Vélez culminó su mandato presidencial en el año 2010 sus contradictores se pusieron en la tarea de desestimar su legado, especialmente el de la Seguridad Democrática con el objetivo de sacarlo del camino y abrirle el espacio a la izquierda cómplice de las guerrillas. En su presidencia, Uribe tenía claro que el uso de la fuerza legitima del estado es la única garantía que tiene el país para vivir en paz. A eso se le llamó la política de la Seguridad Democrática que no es nada distinto a mantener el orden público para garantizar los valores democráticos. Lo cierto es que en un país asediado por bandidos no hay esperanza, no hay estabilidad ni economía sostenible que permita que la sociedad avance hacia un futuro promisorio. El gran logro de Álvaro Uribe fue dejarnos vislumbrar un mejor país y darnos la hoja de ruta para alcanzarlo.
Su antecesor Juan Manuel Santos decidió tirar al traste su legado para legitimar a los mismos bandidos que tanto combatió Uribe. En un abrir y cerrar de ojos vimos como esas guerrillas que estaban replegadas y fragmentadas fueron cogiendo fuerza porque Santos decidió no volverlas a combatir para justificar el adefesio que se cocinaba en La Habana. El nefasto tartufo necesitaba meterle al ideario nacional que como no había forma de derrotarlas teníamos que negociar en igualdad de condiciones. En resumen, arrodilló a nuestras instituciones e incorporó la arrodillada a la Constitución Nacional.
Desde la oposición nos dimos a la tarea de alertarle a la ciudadanía y a la comunidad internacional que ese acuerdo que surgió de años de negociaciones en La Habana traería efectos nefastos para Colombia. Nos hubiese gustado equivocarnos pero la realidad hoy nos da la razón. Razón que no percibimos como ningún triunfo porque la verdadera paz de Colombia se alejó por culpa de la vanidad del que tenía como único objetivo recibir la gloria de un Nobel de Paz mal habido.
Ayer los colombianos nos despertamos con la noticia de que Iván Márquez, El Paisa, Romaña y Santrich decidieron volver a las armas para conformar una “nueva guerrilla”. En el video salieron esos bandidos acompañados por otros armados hasta los dientes. La imagen romántica que pretendían vender de Santrich como el ideólogo, poeta y pintor que no mata una mosca se fulminó al mostrar su verdadera esencia de un peligroso delincuente dispuesto a descargar ese fusil sobre cualquier persona que obstaculice sus objetivos. Ese Santrich, al que Iván Cepeda contemplaba con ojos de amor el día que la Corte Suprema de Justicia ordenó su liberación, tuvo todas las oportunidades legales para llegar inclusive a posesionarse como congresista después de haber sido solicitado en extradición por los Estados Unidos.
Los contradictores de Álvaro Uribe no contentos con los burdos montajes judiciales en su contra ahora pretenden culparlo del fracaso del acuerdo Farc – Santos. Cabe recordar que fue durante el gobierno de Juan Manuel Santos que Gentil Duarte nunca se incorporó al acuerdo; en el 2017 Romaña abandonó la zona veredal del departamento del Meta; en el 2016 Iván Mordisco desconoció los acuerdos y permaneció fortaleciendo a las disidencias; El Paisa desapareció de la zona veredal de Miravalle en el 2017 para hacer lo mismo; Iván Márquez huyó en el 2018 abandonando su curul regalada en el Senado; y Jesús Santrich fue capturado en el 2018 por delitos de narcotráfico. No olvidemos que a este último aun la JEP le sigue dando la garantía de no extradición y el Congreso le sigue pagando el sueldo.
El fracaso del acuerdo de paz no se le puede atribuir a nadie distinto que aquellos que acostumbrados a la vida criminal no fueron capaces de aprovechar la oportunidad de oro que les dio Santos de salir impunes de todos sus crímenes y de lavar su gran fortuna producto del narcotráfico, secuestro, minería ilegal, abigeato y la extorsión. Un país con más de 200 mil hectáreas de cultivos ilícitos que a su vez generan miles de millones de pesos en ganancias no podrá ser jamás un territorio de paz. Si quieren culpar a alguien por el desastre que vivimos comencemos por Santos, las altas Cortes, el Congreso y algunos medios de comunicación que se dedicaron a desinformar. A propósito de esos medios, quedamos a la espera de saber quiénes fueron pagados por Odebrecht que a su vez financió la campaña de reelección de Santos.
Publicado: agosto 30 de 2019
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