Considero muy francamente que la sociedad no puede caer en la demagogia punitiva. Como congresista, he luchado a brazo partido para que todos aquellos que violentan los derechos de los niños, paguen caro por los crímenes que han cometido.
Desde que llegué a la Cámara de Representantes en 2014, lideré la cruzada para salvar a los niños reclutados forzosamente por las Farc. Me enfrenté a esa guerrilla y al gobierno cómplice de Juan Manuel Santos, con el fin de lograr que todos los menores en poder de esa banda terrorista, fueran desvinculados de manera incondicional.
Me frustra no haber logrado mi propósito. Han pasado cerca de 3 años desde la firma del pretendido acuerdo de paz y nunca pudimos saber cuál fue la suerte de los miles de niños que estaban en las filas de las Farc.
Creo que los delitos contra los menores deben ser castigados ejemplarmente, sin consideración ninguna, pero esa misma convicción es la que me mueve a estar en contra de que el país se enfrasque en el debate -innecesario por demás- de la cadena perpetua.
Y lo digo porque no es este el momento para adentrarnos en un pulso de esa naturaleza, cuando deberíamos aunar esfuerzos para combatir la impunidad y lograr que la justicia imponga los castigos correspondientes, con base en las normas actualmente vigentes.
Se equivocan radicalmente aquellos que consideran que la cadena perpetua, por si misma, es disuasiva. No. La justicia pronta y efectiva es lo que realmente asusta a los criminales.
De nada nos sirve modificar la Constitución y el código penal para incorporar la cadena perpetua como castigo a quienes cometan crímenes contra los menores de edad, si continuamos sin combatir los escalofriantes niveles de impunidad que se registran en nuestro país.
He respaldado fiel y disciplinadamente al gobierno de Iván Duque. Desde que él presentó su nombre como precandidato presidencial, supe que era la persona indicada para regir los destinos de Colombia. Tengo, así mismo, la plena convicción de que en muy pocos meses el país empezará a ver el resultado de sus primeras decisiones de su gobierno, pues Duque es un gobernante que se ha concentrado en plantear políticas públicas de largo plazo, que sean una solución real para los problemas del país.
Pero en este tema de la cadena perpetua para violadores de niños, le propondré al presidente que no someta al gobierno y al congreso a una discusión que no es necesaria, invitando más bien a que se fortalezca la unidad de delitos contra menores de la fiscalía, se aumente el presupuesto para llevar a cabo investigaciones rápidas, con resultados eficaces que sirvan como plataforma para imputaciones ante los jueces de la República.
Mi llamado es para que, entre todos, le rompamos el espinazo a la impunidad. Que los violadores de niños terminen todos pagando largas condenas. Y ese panorama será el encargado de catalizar un efecto disuasivo.
Termino por donde empecé: creo que no le hace bien a nuestro Estado de Derecho caer en la trampa de impulsar medidas punitivas al calor de la legítima indignación que producen los lamentables casos de violación contra menores de edad, que se han venido registrando en las últimas semanas.
Publicado: julio 15 de 2019
3.5
4