No fue la Corte Constitucional la que inicialmente suspendió la aspersión. La sentencia de la Corte es de 2017. Las decisiones del gobierno Santos de suspenderla, tanto la del Consejo Nacional de Estupefacientes como la de la Agencia Nacional de Licencias Ambientales, son del 2015. No es un dato irrelevante. Por un lado, muestra que la suspensión fue decisión política de Santos y la Corte solo siguió la misma línea y, por el otro, que esa suspensión estaba directamente relacionada con la negociación con las Farc, que habían solicitado la suspensión de la erradicación forzada desde el inicio de las conversaciones.
El Consejo Nacional de Estupefacientes ordenó la suspensión por solicitud del MinSalud de entonces que alegó que, por el principio de precaución, era indispensable no continuar con la aspersión aérea con glifosato. La Constitucional usó después el mismo argumento.
El MinSalud y la Constitucional acudieron al principio de precaución con base en una monografía del 2015 de la Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) que clasificó al glifosato como probablemente carcinogénico, en la lista A2. Según el IARC, el glifosato podría causar linfoma de No Hodgkin. El estudio no hace distinciones sobre el método de uso del glifosato ni sobre los cultivos sobre los cuales se usa.
Esa monografía del IARC ha sido fuertemente cuestionada por organismos internacionales y agencias medioambientales y de salud pública de muy distintos países. En distintos estudios hechos desde 2016, la FAO/OMS sobre Residuos de Plaguicidas, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, la Agencia Europea de Sustancias Químicas, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), la Agencia Canadiense para el Control de Plagas, la Autoridad de Protección Ambiental de Nueva Zelanda, la Comisión de Seguridad Alimentaria del Japón, el Instituto Alemán de Control de Riesgos y la Autoridad Australiana de Pesticidas y Medicamentos Veterinarios, han vuelto a concluir que, como lo dicen decenas de estudios realizados desde hace más de cuarenta años, el glifosato, con un uso correcto, es inocuo para la salud humana. ¿Habrá que resaltar que estas entidades, todas ellas muy serias, están decididamente comprometidas en la protección de la salud y el medio ambiente de sus ciudadanos, no tienen agenda política y han ratificado sus conclusiones aunque han cambiado las tendencias ideológicas de sus gobiernos? ¿Por qué el MinSalud y la Constitucional no han considerado esos estudios y solo se han apoyado en el de la IARC?
Por cierto, la monografía del IARC fue resultado de un panel pequeño de académicos y oeneges que, en deliberaciones cerradas y no accesibles al público, solo tomó un subconjunto de los estudios que usa la EPA para su evaluación, y no tuvo revisión externa de pares. El glifosato fue evaluado por el IARC una única vez, durante una semana. El de EPA, para hacer una comparación, hace una revisión no parcial sino comprensiva de todos los datos relevantes, no solo un subconjunto, es hecho por expertos reguladores, el borrador se abre a comentarios públicos y revisión externa por pares, y tiene apelación. El estudio viene haciéndose desde 1974 y se reevalúa periódicamente.
En abril de este año, Daniel Rico y otros dos expertos hicieron una revisión sistemática con meta-análisis sobre los efectos del glifosato en la salud humana, con 4.487 documentos iniciales de base,
Sostienen que “teniendo en cuenta la calidad de la evidencia, puede concluirse que no hay evidencia suficiente de que el glifosato causa efectos negativos para la salud humana”.
No deja de sorprender que en Colombia, a estas alturas, no haya estudios de organismos oficiales sobre el linfoma de no Hodgkin ni sobre si los casos de ese cáncer que pudieran tener alguna relación con el uso del glifosato y, en particular, con la aspersión aérea. La Corte tampoco ha tenido interés en ordenarlo. Nadie parece querer comprobar si es verdad que en nuestro país la aspersión aérea de glifosato sobre narcocultivos puede producir linfoma de no Hodgkin. Es mejor dejar la duda.
Pero lo que ya no asombra es que la Corte solo haya usado el principio de precaución para suspender la aspersión aérea del glifosato solo contra narcocultivos. El glifosato se usa hoy en Colombia en centenares de miles de hectáreas de algodón, arroz, maíz, frutales, banano, café, caña, palma y papa, entre otros muchos. En muchas por aspersión aérea. ¿Por qué la Corte no suspendió todos los usos sino solo contra narcocultivos? Recordemos que el estudio del IARC no distinguió cultivos ni método de uso del glifosato. Por cierto, los narcos también usan glifosato, para evitar que rebrote el bosque, matar las malezas y aumentar la productividad.
Tampoco sorprende que la Corte suspenda las fumigaciones con glifosato de narcocultivos dizque porque le preocupa la posibilidad de que produzca linfoma de no Hodgkin, pero le importan un pito todos los otros productos de esa lista A2 y todos los de la lista A1, sobre los que sí existen pruebas inequívocas de que son carcinogénicos. Y nadie dice nada de los muertos y mutilados, miles, que sabemos que se producen por la erradicación manual, la única alternativa, aunque mucho menos eficiente y costosa, a la aspersión con glifosato.
¿Por qué? Repito lo que dije hace un par de años: La Corte solo enmascara una decisión política: la de no atacar los cultivos ilícitos, proteger la política de Santos, y complacer a las Farc que, no hay que olvidarlo, pidió parar las aspersiones como condición para las negociaciones. Esta Corte tiene una clarísima mayoría santista y pro pacto con las Farc, y ha dado muestras inequívocas de politización en sus actuaciones.
Notícula: desde hace ya varios años no hay propiedad sobre la molécula base del glifosato. El glifosato, de lejos el herbicida más usado en el mundo, es producido por las más diversas compañías. El que se usaba en Colombia era chino, no de la multinacional Monsanto.
Publicado: julio 23 de 2019
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