Fuentes de inteligencia aseguran que el narcotraficante y terrorista de las Farc, Jesús Sántrich cruzó la frontera y se encuentra en este momento protegido por la dictadura de Venezuela.
De confirmarse esa información, se ratificaría la condición de Venezuela como Estado al servicio del crimen organizado, gracias al maridaje del régimen liderado por Nicolás Maduro con la mafia y la ilegalidad, en todas sus modalidades.
Sántrich, como en su momento hizo Pablo Escobar, está desafiando alevosamente al gobierno nacional que no puede, bajo ninguna circunstancia, permitir que el capo de las Farc se salga con la suya.
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La actitud de la corte suprema de justicia, tribunal que continúa sin inmutarse, es inadmisible. Si el extraditable Sántrich pudo darse a la fuga fue, en buena medida, por la complicidad de los magistrados de la sala de instrucción que decidieron no librar la respectiva orden de captura contra ese narcotraficante.
Lo cierto es que el criminal cabecilla de las Farc se fugó, razón por la que el gobierno está en el deber de proceder con toda la contundencia en su contra. Buscarlo así sea debajo de las piedras, para efectos de procurar su captura o su baja.
Sántrich en libertad, significará la reactivación plena de las actividades de narcotráfico del más grande cartel del narcotráfico: el de las Farc, organización que tiene la capacidad para inundar al mundo con cocaína.
Las Farc, Iván Cepeda y demás adláteres del crimen organizado, se han dedicado a mostrar al supuesto invidente como un “hombre de paz”, cuando en realidad se trata de un traficante de estupefacientes reclamado por la justicia estadounidense.
Paralelamente a la búsqueda de Sántrich, es necesario que se adelante el juicio de responsabilidades contra aquellos que ambientaron su fuga. Los 3 magistrados de la JEP que ordenaron su liberación, los consejeros de Estado que le mantuvieron la investidura como representante a la Cámara y los magistrados de la corte suprema que con toda la complicidad del caso, se inhibieron de ordenar su captura, y que, como si aquello fuera poco, a través de altoparlantes lo estimularon para que emprendiera el escape, al gritar a los 4 vientos que sería citado a indagatoria el 9 de julio, allanando el camino para que saliera corriendo.
Sántrich es un peligro para la seguridad nacional. Él, en asocio con Iván Márquez, Romaña y El Paisa, tiene la capacidad -gracias a las “disidencias” que las Farc dejaron en armas- para poner al Estado contra las cuerdas, a través de acciones de terrorismo.
El problema Sántrich no puede dejarse crecer. Con verticalidad e implacabilidad, sin temor ni dudas, por el bien de Colombia, ese criminal debe ser neutralizado, cueste lo que cueste.
Publicado: julio 4 de 2019
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