Una de las imágenes más indignantes de la salida del mafioso de la banda terrorista Farc, alias Jesús Sántrich, fue la del integrante de esa estructura delincuencial celebrando emocionadamente, vistiendo una camisera alusiva al grupo criminal y terrorista español, ETA.
Para nadie es un secreto que las Farc, a lo largo de su historia, han tejido alianzas con otros grupos terroristas. Durante los años oscuros del Caguán, cuando Pastrana cogobernó a Colombia con Tirofijo, integrantes de la organización irlandesa, IRA, estuvieron en nuestro país, instruyendo a las Farc en la fabricación y detonación de artefactos explosivos.
En el libro “El Palestino” del periodista español Antonio Salas, queda plenamente establecido que el grupo que hoy comanda el también extraditable alias Timochenko, selló una fuerte alianza criminal con el grupo terrorista Al-Qaeda.
En distintos informes de la DEA, se denuncia que las Farc hicieron grandes intercambios de cocaína por armas y material de intendencia, precisamente con grupos aliados del terrorismo internacional islamista.
El maridaje entre las Farc y ETA tiene más de 25 años. En el computador de alias Raúl Reyes, abatido durante el gobierno del presidente Álvaro Uribe, aparecen evidencias incontrovertibles de la alianza criminal entre esas dos estructuras terroristas.
La diferencia es que en España se decidió combatir frontal y decididamente a la banda vasca, mientras que en Colombia, el expresidente Santos tomó la estúpida decisión de amnistiar de facto a las Farc y convertir a sus cabecillas -todos mafiosos y responsables de delitos de lesa humanidad- en “dirigentes” políticos.
Mientras los jefes de ETA que sobrevivieron están tras las rejas, los de las Farc gozan de impunidad y como castigo recibieron a un tribunal hecho a la medida de sus exigencias, integrado por magistrados de extrema izquierda. Como si aquello fuera poco, 10 integrantes de esa estructura criminal recibieron curules gratuitas en el Congreso de la República.
El prestigioso periodista español, Federico Jiménez Losantos, en el año 2001 fue una de las primeras personas en alertar sobre la alianza criminal entre ETA y las Farc. En su momento, Jiménez escribió que los etarras “tienen en Farclandia, el Estado regalado por Pastrana a Tirofijo, un verdadero paraíso terrenal y político, además de un lugar muy adecuado para reanudar su pedagogía de la metralla… Técnicas desconocidas en Europa, como la bomba incendiaria o acaso el juguete explosivo, están probándose en las selvas colombianas para ponerse luego en práctica en Londres o Madrid”.
Los antecedentes permiten concluir que la imagen del desadaptado vestido con la camisa de ETA, que emocionadamente ondeaba la bandera de las Farc, no es un accidente ni una desafortunada coincidencia. No. Las Farc y ETA son socias en el crimen, en el terror, en la brutalidad y el sadismo. La gran diferencia es que la sociedad española enfrentó a los terroristas que azotaron a su país. Los persiguió con determinación y convicción. Y en cambio, los colombianos fuimos forzados por el gobierno anterior a acoger a los bandidos de las Farc, como si de arcángeles se tratara, cuando en efecto son seres de la peor calaña.
Publicado: junio 3 de 2019
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