En una ocasión le preguntaron a Pablito Flórez, nuestro inolvidable juglar que precisara que era el porro. Contestó:” es un poema que bajó del cielo”.
No había otra forma de responder cuando se entona:
“se murió solita, sin ningún consuelo
sus huellas bonitas, se tragó este suelo”
Y al otro Pablo, el de los Veinte Poemas, le pidieron que se definiera. Respondió:
“pregúntele a mi poesía”.
Quien soy yo, la duda existencial que descubrimos en las madrugadas que se tornan más frías cuando estamos lejos. ¿Quiénes somos los Cordobeses? La pregunta que debemos hacernos cuando la angustia y el dolor nos llegan al alma al enterarnos de lo que sucede en nuestra tierra.
Tengo una sola respuesta: “Somos el porro pelayero”.
Somos Ayapel, San Carlos y Mi Sahagún. Tenemos la nostalgia del Guayabo de la Ye y el afán alegre cuando escuchamos “para Montería tierra querida yo me voy”. Somos naturaleza y melodía como el canto de nuestras aves .Pura, como el emblemático palitiao “El Pájaro”. En nuestro corazón cada uno lleva la pasión de su “Mona Carolina”, mi elixir se llama María Stella. La esencia de nuestras entrañas la moja con gelatina generosa “Rio Sinú”. Y ese alimento del alma, la emoción, lo preparamos y avivamos en el genuino “Binde” .Aunque lejos, todos añoramos volver, despedirnos y regresar “Vámonos Caminando” para recoger nuestros pasos. Entregar nuestros últimos latidos en “Fandango Viejo” y como la mitológica rueda “de los amores de Petrona”, hasta que la velas se apaguen al son de ”soy Pelayero”. ¡Eso somos, el porro!
Pero lo que me hipnotiza del porro es la conversación de la banda y el dialogo franco y sincero entre sus integrantes. Después del danzón inicial, las trompetas inquisidoras preguntan y decididos los clarinetes y bombardinos le repican. Pero hay que amarrar la melodía, evitar que se vaya su ritmo; viene la decantación con la boza que las pega en frases. Es esto lo que llamo la comunión espiritual que solo grandes metas, como esta música del alma, puede lograr. Todos los integrantes alrededor de la pieza musical, del proyecto que entonan. Todos armónicos, girando para que se haga posible la melodía.
Que hermosa representación de lo que necesitamos en nuestra región: liderazgo colectivo.
Quiero vivir y ver el día en que cada cordobés sienta que su corazón lo llena las notas musicales del porro. Y esta emoción musical llegue bailando a cada rincón de su cerebro y junte en comparsas esas mentes talentosas tejiendo el liderazgo colectivo, tapete moral por donde camine nuestra tierra. Ese día no muy lejano que letradas sus neuronas tengan la plasticidad de la improvisación. Muchos Martincitos viendo el cielo sonriente desde los campos policromáticos del Sinú, sus atardeceres y componiendo rimas a la vida. Sus derechos sociales saldados y la cultura cómplice permita que duerman tranquilos .Y el amanecer sea una oportunidad para que con sana inspiración nazcan –festivos- muchos porros pelayeros dando gracias por haber nacido en esta tierra.
Publicado: junio 14 de 2019