La legalización de la droga con la justificación de que no pudimos ganar la guerra contra esta, se parece mucho a la misma excusa que utilizaron los defensores del acuerdo de paz al decir qué: como no pudimos vencer a los narcoterroristas, nos vimos en la necesidad de negociar con ellos.
La negociación con las Farc estuvo en la agenda de todos los presidentes que tuvieron que gobernar bajo el asedio de ese grupo criminal en el que curiosamente comulgaban las ideas marxistas y el capitalismo criminal del narcotráfico. Nunca existieron dudas de que una salida pacífica era mejor que la violenta, sin embargo, ningún presidente hasta que llegó Juan Manuel Santos, tuvo “éxito” en la negociación. Ese éxito, que escribí entrecomillas por su relatividad, lo logró porque negoció lo que no podía negociar y lo hizo a espaldas y a pesar de un pueblo que manifestó ante las urnas que no iba a aceptar la claudicación del Estado frente a criminales de lesa humanidad.
La claudicación es hoy evidente cuando nos enfrentamos a la realidad de que a esos criminales los convirtieron en legisladores, inclusive antes de regalarles las curules en el Congreso, porque fueron ellos quienes diseñaron el tribunal que habría de juzgarlos. El episodio de Jesús Santrich ante la JEP en el cual dicho tribunal fue incapaz de determinar que el acto por el cual la justicia norteamericana estaba solicitándolo en extradición sucedió antes o después de diciembre de 2016 confirmó nuestros peores temores: La JEP fue creada para darle impunidad a las Farc.
Después de los golpes que sufrieron las guerrillas durante el mandato de Álvaro Uribe Vélez, las Farc estaban disminuidas, replegadas y con la mayor parte de su comandancia en Venezuela y el ELN se había convertido en un vago recuerdo. La inacción del gobierno Santos acompañado de las medidas que disminuyeron la capacidad del ejército para combatir los cultivos ilícitos fueron el coctel perfecto para encontrarnos con unas guerrillas fortalecidas y multimillonarias por la bonanza cocalera. Este fortalecimiento fue la justificación perfecta para que Santos lograra cederle lo que ni las mismas Farc se imaginaron que le iban a dar con el acuerdo.
Pero Santos no se limitó de dejar a las Farc organizadas con su propia justicia, curules, esquemas de seguridad dentro de la misma Unidad Nacional de Protección, carro, casa y beca. Él también dejó a unas fuerzas militares desmoralizadas y la prohibición de usar el glifosato para erradicar los cultivos ilícitos. Como paréntesis, y a provechando que se está dando el debate de la prohibición del asbesto me permito recordarles que este sí es un cancerígeno comprobado al que la Organización Mundial de la Salud ha recomendado borrar de la faz de la tierra. Si el asbesto sirviese para combatir la coca no existirían trazos de esa sustancia en Colombia. El fin es que lleguemos a unos números inmanejables de hectáreas con una producción que les meterá millones de dólares a los bolsillos de los delincuentes para justificar su legalización.
Para los que tengan dudas de que esto es así los invito a preguntarle a cada uno de los más ilustres defensores del acuerdo qué piensan de la legalización de la droga. La respuesta será que es un debate que se tiene que dar porque llevamos años luchando contra ese fenómeno y no hemos tenido éxito. Juan Manuel Santos en numerosas ocasiones ha tocado el tema en el mismo son de derrota que utilizaba cuando justificaba el atroz acuerdo con las Farc. En su discurso de aceptación del Nobel de Paz dijo que «La forma como se está adelantando la guerra contra las drogas es igual o incluso más dañina que todas las guerras juntas que hoy se libran en el mundo. Es hora de cambiar nuestra estrategia». Y así en muchos otros escenarios y ocasiones lo ha dicho.
El más reciente ataque, que no cesará por lo pronto, contra la imagen del ejército de Colombia es otra estrategia para que no combatan a las estructuras criminales narcotraficantes. Con unos narcotraficantes empoderados y hectáreas tras hectáreas de coca nos querrán llevar a que en la sociedad haya un consenso frente a una legalización que sería un desastre para Colombia.
Publicado: mayo 7 de 2019
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