Aunque se nos estaba volviendo costumbre ver el estado de postración en el que venía la rama judicial, el bochornoso episodio vivido en el últimos días por cuenta del Consejo de Estado, la Corte Suprema de Justicia y la Corte Constitucional (sin dejar de lado el reciente y grotesco aporte de ese engendro llamado JEP), al liberar y reconocer como aforado al narcoterrorista alias “Jesús Santrich”, sumados al hundimiento de las objeciones de la ley estatutaria de la JEP, podemos decir con propiedad, que la decadente Justicia colombiana por fin ¡falló!
¡Falló! ¡Se malogró! ¡La Justicia colombiana fracasó!
Sí. Se malogró porque, muchos de los “honorables” magistrados, esos que deberían ser ejemplo de probidad y decoro para el resto de trabajadores de esa rama del poder público, y para el país en general, se corrompieron y ese mal carcomió todas las instancias, se volvió endémico. No por ello hay que dejar de reconocer a quienes con honradez y erudición consiguen aún desempeñarse en ese nauseabundo medio.
Esa rama no puede con más escándalos por vicio en la toma de decisiones judiciales. Tienen a su haber una interminable lista de yerros, desaciertos y dolos.
Les han destapado macabras trincas como la del exfiscal Anticorrupción (preso y condenado), con varios senadores y abogados que, al parecer, tenían conformada una red criminal para desviar fallos de la justicia.
Les han comprobado recibos de dineros a cambio de incidir decisiones. Es sabido que hay fallos que no son en derecho sino políticos.
Cuenta con una organización criminal llamada “Cartel de la Toga” con ex presidentes de la Corte Suprema de Justicia involucrados.
Ni qué decir del proceder de la Corte Constitucional que hace rato dejó de ser guardiana de la integridad y supremacía de la Constitución Nacional, y se arrogó el derecho a legislar. Esa que permitió que se pasaran el resultado del plebiscito por el bozo e implementaran el desdichado “fast track”.
Aunque el mal que aquejaba la Justicia venía desde cuando empezó a ser inoculada por la extrema izquierda luego de la toma del Palacio de Justicia y vil asesinato de los magistrados, podría decirse que el arreglo FarcSantos, lo exacerbó. Propició (vaya uno a saber a qué precio), una perniciosa manguala política entre Cortes, con el fin de sacarlo adelante y proteger a los narcoterroristas de las FARC, que es el grotesco espectáculo que estamos presenciando hoy.
Llegadas las cosas a este punto, urgen decisiones de fondo para retomar el orden. Ni el país ni la dignidad nacional pueden seguir supeditados a ese espurio arreglo que hiciera quien se arrogó derechos que no tenía y esa caterva de criminales.
Presidente Duque, en sus manos estamos.
Se necesita reformar la Justicia empezando por el adefesio de la JEP. ¿Referendo? ¿Constituyente? Porque ¡la Justicia falló!
Publicado: junio 1 de 2019
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